 |  | cartas Fin de año en Europa
 | Es la medianoche en Barcelona y un año nuevo está por comenzar. Coca levanta su copa para brindar. Es la primera vez que está lejos de su patria. La diferencia horaria es de cuatro horas, pero la desigualdad entre ambos países es muchísimo mayor. A España la rodean países europeos y a la Argentina no. España promete un futuro venturoso, Argentina negro y sin esperanzas. Ambas naciones se encuentran casi en los mismos polos opuestos de hace cien años. Antes los españoles venían a la Argentina, ahora los argentinos van a España. Pero en la actualidad hay una gran diferencia respecto al siglo pasado. Hoy el gobierno español no tiene en sus planes recibir extranjeros, ayer el gobierno argentino establecía, hasta en la propia Constitución nacional, la acogida de inmigrantes. Ellos piensan que hoy el extranjero viene a robar carteras y puestos de trabajo, antes el inmigrante -pensábamos nosotros-, venía para ayudar a construir un gran país, era "la Argentina abierta a todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar este suelo". Eran los tiempos de "civilización o la barbarie", y la civilización la producía la llegada del inmigrante. Pero ahora es distinto para Europa: la barbarie la crea el extranjero. Pese a esto, por ahora, Coca quiere vivir en Barcelona y anhela que uno de los tres deseos que pidió, para estas fiestas, se cumpla: que Argentina salga del pozo. Tal vez el suyo sea un pensamiento muy optimista o, en todo caso, muy ingenuo. Pero, al fin de cuentas, Europa alguna vez estuvo sometida a males mayores de parte de sus gobernantes y salió de la malaria. Daniel Marocco
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