Tel Aviv. - Por lo menos 25 personas murieron, incluido los kamikazes, y más de 100 resultaron heridas en dos atentados suicidas con bomba cometidos casi simultáneamente ayer en inmediaciones de la antigua estación central de autobuses en Tel Aviv. Dos kamikazes se inmolaron con una diferencia de 30 segundos a pocos metros uno del otro en una zona muy frecuentada por inmigrantes extranjeros, al sur de la ciudad. La organización radical Jihad Islámica, el movimiento Hamas y el brazo armado de Al Fatah se atribuyeron la autoría de los atentados, que además causaron gran devastación en restaurantes, tiendas y otros edificios colindantes a la estación afectada. Como represalia Israel lanzó anoche un ataque con misiles sobre la ciudad de Gaza.
Estos ataques suicidas son los primeros en seis semanas y se registraron antes de las elecciones generales del 28 de enero en Israel, cuando se disputará, entre otros, el cargo de primer ministro. Los ataques se registraron en un momento en el que la seguridad parece una cuestión clave para muchos israelíes dos años después del levantamiento palestino.
El primer ministro israelí Ariel Sharon convocó anoche a su minigabinete para estudiar la respuesta israelí. Sharon convocó al ministro de Defensa, Shaul Mofaz, al ministro de Relaciones Exteriores, Benjamin Netanyahu, y al ministro de Finanzas, Silvan Shalom. Netanyahu y Mofaz reclamó en varias ocasiones que se expulsara al presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, en reacción a los ataques antiisraelíes. Horas después se lanzó el ataque contra Gaza
El atentado fue repudiado por los presidente estadounidenses George W. Bush; el francés, Jacques Chirac y por el canciller alemán Joshka Fischer.
Dos explosiones en 30 segundos
Una de las bombas explotó en la calle Nave-Shaanan y la otra en la calle Ha'gdud, ambas a cerca de 200 metros de distancia una de la otra y con una diferencia de tan sólo 30 segundos. Los artefactos explosivos estaban cargados con tuercas y pequeños trozos de metal a modo de metralla, para causar el mayor daño posible, informan fuentes policiales.
El alto número de heridos hacía temer que la cifra de muertos aumentara. Siete de los heridos se encuentran en "estado crítico" y otros nueve en "estado grave", según fuentes sanitarias. En el momento del atentado -cerca de las 18,30 (hora local)- había mucho ajetreo de viajeros, según testigos presenciales. Las ambulancias tuvieron dificultades en evacuar a los heridos ante el caos del tráfico provocado en la zona.
Esta zona está poblada por inmigrantes de Europa Oriental, Latinoamérica, Asia y Africa. La policía solicitó a los trabajadores extranjeros que puedan estar en situación de ilegalidad en Israel y que pudieran haber resultado heridos por las explosiones que no temieran acercarse a los lugares de atención médica porque no se tomarían represalias contra ellos. Muchos de los heridos huyeron de los socorristas para no ser descubiertos ya que residen en Israel como ilegales.
La zona fue blanco de por lo menos cuatro atentados desde el comienzo de la Intifada.
Alon Oz comentó a la radio del ejército que "oí la explosión y sentí la onda expansiva. Percibí que iba a haber muchas víctimas. Estuvimos buscando a gente que respiraba. Les grité y pude ver a algunos seriamente heridos. La gente estaba tirada en el suelo", explicó el testigo.
El movimiento islámico radical palestino Hamas que, junto con la Jihad Islámica y a las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, reivindicó el doble atentado, estimó que el ataque prueba que la seguridad de Israel se "desmoronó" y que los israelíes pagarán el precio de "su terrorismo". Este doble ataque "es un mensaje claro para el primer ministro israelí Ariel Sharon diciéndole que la sangre de los palestinos es cara y que los sionistas pagarán el precio de su terrorismo", aseguró el alto cargo de Hamas, Abdelaziz Rantisi.
Los israelíes "no estarán seguros en Palestina, la seguridad de los sionistas se desmoronó y no podrán hacer frente nunca más a la resistencia palestina", agregó. (DPA, AFPy Reuters)