Año CXXXVI
 Nº 49.713
Rosario,
domingo  05 de
enero de 2003
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Bancos amurallados

La corporación bancaria vivió durante 2002 un año negro, producto de la devaluación, la pesificación asimétrica, y la sangría de depósitos derivada de los amparos judiciales.
Los banqueros se vieron en la obligación de disminuir abruptamente el alto perfil que supieron ostentar en los últimos años, moverse por la city porteña con total sigilo, y resignarse a ver los suntuosos edificios construidos en el microcentro vallados y con una decoración que nunca imaginaron: chapas clavadas en sus frentes y puertas de obrador que reemplazaron a los duros blindex.
La señal más clara de este giro histórico fue la salida tormentosa de la presidencia del Banco Galicia y la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) de Eduardo Escasany, el principal referente del sistema financiero, y quien durante casi una década fue la cara visible de la corporación en las negociaciones con el poder político.
En la primera mitad de 2002 pasó lo peor de la crisis del sistema bancario, signado por el corralón a los plazos fijos que fueron pesificados y ajustados por el CER y con plazos de devolución mucho más extensos que los prometidos por el ex ministro Cavallo. Los ahorristas ganaron la calle haciendo golpear sus cacerolas frente a las sucursales bancarias, y de poco sirvió que pudieran retirar hasta 5 mil dólares (pesificados a 1,40) o comprar autos e inmuebles en febrero y marzo.
Paralelamente, los recursos de amparo crecieron en forma geométrica y algunos bancos extranjeros comenzaron a plantearse el fin de sus actividades en el país, desalentados por el drástico giro del negocio bancario, que se orientaba ahora exclusivamente hacia lo transaccional.
En el pico de la crisis, varios gurúes porteños pronosticaban que sólo iban a quedar 15 bancos y que cerca de 10 mil bancarios iban a quedar en la calle. Sin embargo, todo cambió a partir de junio cuando los depósitos comenzaron a crecer luego de varios meses de caídas consecutivas.
En el período agosto-noviembre, el incremento de los depósitos fue de 3.150 millones de pesos y el corralito a las cuentas a la vista fuera levantado a partir de diciembre. En lo que respecta a los depósitos reprogramados, entre julio y octubre se instrumentaron dos canjes de estos certificados por Boden. En la segunda mitad de 2002 cambió el escenario aunque aún quedan por resolver varios temas como la eventual redolarización de los depósitos, aunque la última palabra la tiene la Corte Suprema.


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