Año CXXXVI
 Nº 49.713
Rosario,
domingo  05 de
enero de 2003
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Mató a su esposa y fingió tener amnesia durante más de un año
Los peritos desmintieron la coartada de Carlos Ramírez, quien fue procesado por el crimen de Clara Fábrega

Carlos Ramírez llevaba meses jurando que no recordaba nada acerca de haber asesinado a su esposa. Un día, sentado frente al juez que investigaba aquel crimen, finalmente soltó la siguiente frase: "Si todos dicen que yo lo hice, entonces debe ser así". En realidad eso jamás había estado en duda porque el día que decidió matarla dejó una carta manuscrita donde confesaba el homicidio. También escribió que se quitaría la vida, aunque no se sabe si eso no ocurrió porque no pudo hacerlo o ni siquiera lo intentó.
Ahora, a algo más de un año del asesinato, el juez de Instrucción Juan José Pazos lo procesó por homicidio agravado por el vínculo. La resolución es de los últimos días de diciembre y el proceso continuará después de la feria judicial de enero.
La de Ramírez, que tiene 52 años, es una vida marcada por las tragedias. Su primera esposa murió de cáncer y la segunda, Clara Beatriz Fábrega, de 47, atravesaba el mismo trance. Los investigadores policiales y judiciales del caso intuyen que esto desequilibró al hombre, quien vio morir a su primer pareja luego de atravesar por una penosa agonía.
Este podría ser el motivo que lo llevó a tomar la decisión de matar a Fábrega. El matrimonio vivía en la casa de Rueda 1889 junto con el hijo de ambos, de 8 años.
El día exacto del crimen se desconoce. Un sobrino de la pareja encontró el cuerpo el 16 de noviembre de 2001. Había decidido ir a ver qué ocurría porque llevaba días sin tener noticias sobre ellos.
En la planta alta, sobre la cama matrimonial, encontró el cadáver de la mujer. Estaba tapado con una frazada y presentaba un avanzado estado de descomposición. La habían matado de un golpe en la cabeza y en el escenario había muchos restos de sangre.
La carta de Ramírez estaba en otra habitación y en una escalera interior el sobrino encontró un lazo improvisado con el que presuntamente intentó suicidarse. Pero el hombre no estaba en ninguna parte.
Tres días después se presentó en el juzgado de Pazos con una abogada que le tramitaba un juicio civil. "Vine porque me enteré que me están buscando", dijo. Para entonces este diario ya había publicado dos notas que reflejaban el caso e informaban sobre la infructuosa búsqueda del sospechoso.
Cuando le dijeron de qué lo acusaban, Ramírez argumentó que no recordaba nada. Pazos ordenó entonces una pericia forense y así supo que la supuesta amnesia del imputado no era tal. Por las dudas le hizo hacer nuevos estudios y esta vez fue una junta de médicos psiquiatras la que ratificó el diagnóstico anterior. La amnesia, concluyeron, parecía una estrategia destinada a alegar un estado de conmoción que atenuara la acusación.
Ramírez quedó así al borde del procesamiento. No bastaron su historia previa y el excelente concepto que tenían sus familiares, incluso los de Fábrega, para evitarlo. Ahora le harán un juicio donde se discutirá si sus condiciones mentales lo hacen o no imputable. Ese proceso estará a cargo del juez de Sentencia Julio Kesuani.


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