 |  | cartas Los árboles y la calidad de vida
 | La cantidad de follaje por kilómetro cuadrado incrementa de manera considerable la salud de la población. Las ciudades avanzadas demuestran un particular interés en conservar las especies arbóreas existentes e incentivar el desarrollo de nuevas plantaciones. No se evidencia una actitud similar en nuestra ciudad, donde el arbolado público es atacado permanentemente por improvisados podadores o por enardecidos grupos de jóvenes durante las noches de los fines de semana. Llama la atención la actitud de algunos vecinos frentistas que toman por propio el patrimonio ciudadano y ordenan la extracción de ejemplares jóvenes sanos y plenos de vida por caprichos e intereses particulares. Acciones comunes en el ámbito de nuestra urbe, aún en zonas céntricas como Ayacucho al 1500, frente a una escuela, donde al comenzar la primavera un vecino resolvió terminar con un fresno que alzaba su verde copa frente a su domicilio. Como tantas otras personas vulneró ordenanzas y leyes y con total impunidad observó su obra terminada. A ese rosarino como a tantos otros no le importó el bien de la comunidad ni el de las generaciones venideras. Jamás comprenderá que dañar el arbolado público es un crimen hacia el futuro. Es una negación al progreso urbanístico de la ciudad y una regresión respecto a la búsqueda de una mejor calidad de vida. Serán mejores los tiempos en que la educación enseñe a respetar la vida y la ley multe a quien tienda a dañarla. Felisa Aurascoff
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