Año CXXXVI
 Nº 49.711
Rosario,
viernes  03 de
enero de 2003
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cartas
Jubilaciones devaluadas

En medio de una catarata interminable y cada vez más devastadora de aumentos en el costo de vida, a la que día tras días se suman impiadosas novedades tales como medicamentos, combustibles, alimentos, impuestos, tarifas de transporte y ropas, los pobres jubilados ven disminuido cada vez más su escaso poder adquisitivo para sobrevivir. Si recordamos los viejos reclamos de aquella heroína jubilada, Norma Pla, que le exigía a Cavallo "un mínimo de $450" hace más de 10 años, cuando un peso equivalía a un dólar, deducimos que ahora el equivalente sería que cobráramos $1.500. Por el contrario, los jubilados seguimos cobrando lo mismo que entonces, ahora con un peso devaluado cuatro veces. Pero a los genios que nos gobiernan, que inventaron la pesificación de los depósitos en dólares para transformar nuestros ahorros en espurios pesos devaluatorios, ¿no se les podría haber ocurrido pesificar las jubilaciones, también a 1,40 como se valuó el dólar depositado? Hubiera sido justo, equitativo y solidario en su momento; y la diferencia que marca nuestra miseria actual ahora sería menor. Pero no, ellos se muestran ciegos ante tal injusticia y sólo los mueve un afán recaudatorio homicida: aumentan los impuestos, permiten que las empresas privatizadas aumenten sus ganancias y se les entregan subsidios inconcebibles. Pero eso sí, para descargar sus conciencias, otorgan graciosas limosnas como los planes trabajar o jefes de hogar, o los vergonzosos bolsones de alimentos que se reparten en las villas de emergencia para mantener sobornados a los hambrientos que asaltan supermercados. Luego, mienten con las estadísticas mostrando que disminuyó el desempleo al considerar como trabajadores a los que cobren estos subsidios. Mientras tanto, el Banco Central acumula reservas a costa del hambre de miles de niños y ancianos que mueren por inanición en todo el país y los amanuenses del Pami retacean los servicios y borran del vademecum los genéricos para paliar ficticiamente la necesidad de tratamientos vitales. Ni hablar de las operaciones que se postergan o se niegan en los prestadores porque se les adeuda a los sanatorios sumas que hacen imposible continuar la atención. No obstante toda la dirigencia política se distrae en "internas" para definir quiénes podrán seguir robando con sueldos que nunca se ajustaron a pesar de los discursos y con canonías dignas de reinados feudales o acomodos de toda la parentela dentro del presupuesto público. ¡Qué bien hacen el FMI, el Bid y todos los inversores extranjeros en no poner un sólo peso más en manos de éstos sátrapas mafiosos! Lamentablemente, las encuestas no alientan muchas esperanzas de cambio; aunque siempre, en un país con las reservas morales que aún nos quedan, se puede producir un aluvión salvador que purifique todas las lacras, condene a todos los corruptos que conocemos y haga flamear nuevamente la bandera de la decencia, la honestidad, la ética para llegar a ocupar el verdadero lugar que merecemos como país.
Carlos A. Vallejos


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