Año CXXXVI
 Nº 49.711
Rosario,
viernes  03 de
enero de 2003
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Un homicida con una trágica historia familiar
Martín Villarruel está preso por un crimen en Granadero Baigorria. Su padre asesinó a su madre y su hermano menor

Martín Villarruel, de 22 años, está acusado de matar a puñaladas al novio de una vecina. El ataque ocurrió en Chile al 400 de Granadero Baigorria, a metros de la casa del agresor, donde unos cinco años atrás Villarruel supo con espanto que su padre había matado a golpes e incinerado a su mamá y su hermano menor.
Villarruel hijo fue detenido en la casa de su abuela por apuñalar a Walter Rodríguez, de 26 años. El hombre fue herido en el tórax y la región lumbar y murió a las 2.30 del miércoles en el Hospital Eva Perón.
El padre del detenido, Daniel Villarruel, mató a Alicia Susana Pighín, de 40 años y a su hijo Fernando Marcelo, de 14. El doble crimen ocurrió la madrugada del viernes 15 de agosto de 1997 y fue escalofriante.
Villarruel, que había estado detenido repetidas veces por maltratar a sus familiares, discutió con su esposa, la golpeó con un extinguidor e intentó estrangularla, confesó más tarde. Su hijo Fernando, de 14 años, que fue testigo de la agresión, intentó defender a su mamá y también recibió un empujón de su padre al intentar detenerlo.
Con la mujer tendida en el suelo y ante los reproches del muchacho, Villarruel le propuso a su hijo llevarlos a ambos al hospital, para que los atendieran. Subió a su esposa a una camioneta y al chico en el asiento delantero; pero marchó rumbo a un camino rural que une Ricardone con Camilo Aldao. A unos 7 kilómetros de Ricardone el hombre detuvo su viaje, bajó del auto con el extinguidor en la mano y golpeó a su hijo hasta dejarlo inconsciente. Luego bajó los dos cuerpos a una zanja, los cubrió con cajones y papeles, los roció con combustible y los prendió fuego.
El comportamiento de Villarruel después del doble homicidio sorprendió a los investigadores por su frialdad. El hombre denunció la desaparición de sus dos familiares y cuando la policía halló los cuerpos, pocas horas después, los reconoció en la morgue sin demostrar ninguna reacción.
Su propio relato en la seccional lo dejó envuelto en sinsentidos y el hallazgo de los cajones de madera con los que fueron quemados los cuerpos lo involucraron en el crimen. El hombre era abastecedor de verduras y unos cajones similares, hallados en su casa, resultaron indicios suficientes para su detención. Al día siguiente, Villarruel relató con precisión cada uno de sus pasos y tres años después quedó confirmada su condena a reclusión pepertua por los dos homicidios calificados por el vínculo y la alevosía. La autopsia confirmó que Fernando aún respiraba cuando fue incinerado.
Antes de consumar los dos crímenes, el hombre había estado preso en varias oportunidades por golpear a sus familiares. Una de esas palizas le provocó la pérdida del habla al más pequeño de los hijos, Nelson, que tenía 6 años en el momento del crimen y quedó al cuidado de su abuela.
El día de los asesinatos, Martín, que tenía 17 años, había ido a bailar. Al regresar, preguntó por la ausencia de su mamá y su hermano. "No sé, se habrán ido", respondió su padre en la casa de Chile 454, a metros del lugar donde el joven, que ahora tiene 22 años, apuñaló a Rodríguez el miércoles pasado.



La familia Villarruel con un amigo de los chicos.
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