Año CXXXVI
 Nº 49.711
Rosario,
viernes  03 de
enero de 2003
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Versiones contradictorias sobre el asesinato de un plomero
Falleció después de pasar seis meses hospitalizado por una terrible paliza
Hugo Ayala atravesó una dolorosa agonía. Sus familiares involucran en el caso a un policía. Hay un detenido

Hugo Ayala tenía 37 años y tres hijos de 16, 15 y 3 años. Hasta mediados del año anterior realizaba trabajos como plomero y gasista en domicilios particulares. La madrugada del último día del año murió en el Policlínico Eva Perón de Granadero Baigorria tras seis meses de agonía. En los primeros minutos del 7 de julio de 2002 había sido víctima de una feroz paliza que lo postró en camas de diferentes hospitales. Su familia dice que fue golpeado por dos hombres, uno de los cuales sería policía, en una precaria casa cercana a la suya y por confusos motivos. En cambio, la policía sostiene que fue víctima de una pelea ocurrida en un bar de la zona oeste de Rosario. Lo cierto es que poco después la Justicia procesó por lesiones graves a un hombre.
La historia final de Hugo Ayala se inició los primeros minutos del 7 de julio pasado. Entonces, junto a un amigo, salió de una vivienda de Felipe Moré y Amenábar donde se festejaba un cumpleaños para ir hasta un quiosco ubicado a una cuadra del lugar. Cuando llegaron hasta el comercio, de una casa lindera salieron dos hombres y una mujer que lo llamaron y lo invitaron a ingresar. En esa vivienda, de Felipe Moré y Gaboto, "lo golpearon salvajemente, le provocaron hundimiento de tórax, fractura de cráneo y quemaduras en la lengua y las cejas. Después lo rociaron con combustible y amenazaron con quemarlo", relató a La Capital Gladys Ayala, la hermana del hombre muerto.
Sin embargo, la policía sostiene que Ayala y su amigo no fueron hasta el quiosco sino hasta un bar ubicado en avenida Perón al 3600. Allí se desató una descomunal pelea por motivos que nunca se esclarecieron y Hugo llevó la peor parte.
Cualquiera haya sido el lugar del ataque, Ayala fue abandonado en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez a las 7 de la mañana del 7 de julio. Los familiares ignoraron su paradero durante dos días.
"Estaba tirado en la guardia, con suero y totalmente destrozado. Jamás se recuperó, nunca volvió a ser el que era. Estuvo un mes en el Heca, después lo pasaron al Roque Sáenz Peña y tuvo una leve mejoría por lo que lo llevamos una semana a casa. No comía, estaba shockeado. Después tuvimos que internarlo en el Eva Perón, donde murió a las 4 del 31 de diciembre. Las pocas veces que recuperó la consciencia y hablamos con él estaba aterrorizado, decía que veía mucho fuego, que lo querían quemar, que la íbamos a pasar mal mi madre y yo, y al único que imputaba era a uno que le dicen Cabezón ", recordó angustiada Gladys.
Sobre los motivos que desencadenaron la mortal paliza, la mujer no tiene suficiente claridad aunque sospecha que hay involucrado un policía. "Creo que mi hermano anduvo con una chica que habría sido pareja de un policía. Ese agente vive en la casa que está al lado del quiosco al que fue la última vez que lo vimos y a la que lo invitaron a entrar para golpearlo. Incluso la dueña del quiosco nos dijo que esa madrugada, a eso de las 5, escuchó gritos de auxilio que salían de esa vivienda", comentó Gladys.
La investigación policial derivó en la detención de un hombre identificado como Luis Díaz, quien hasta el primer día de este año estaba imputado por lesiones graves y ahora por homicidio. Pero según Gladys, en la casa donde su hermano fue golpeado vive "un policía que se llama Daniel Mendoza y la camioneta en la que lo llevaron hasta el Heca esa noche, estaba parada allí". Y además, "un tal Claudio, que también es policía y vive en Matienzo y Amenábar además de ser amigo de Mendoza, me dijo pocos días después de que pasara todo esto que no hablará más con nadie, que ya estaba todo arreglado".
Tras el deceso de su hermano, Gladys empezó a realizar los trámite para velarlo. Por eso, ayer a la mañana se acercó al despachó del juez de Instrucción en turno, Osvaldo Barbero, para que le entreguen el cadáver. "Me dijeron que no pueden hacer nada hasta que llevemos la historia clínica para que puedan hacerle la autopsia y después me lo van a entregar. Pero no somos nosotros los que tenemos que pedir esos papeles, es el juez el que lo tiene que hacer", concluyó Gladys.



Gladys Ayala muestra la foto de su hermano Hugo.
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