| | cartas Frustraciones y violencia
| Desde los primeros pasos en la vida el ser humano comienza a sentir un quebrantamiento de la fe que lo acompaña desde el vientre materno y sigue luego del nacimiento cuando se siente protegido y seguro con el calor que le brinda la madre y el alimento del pecho materno. Durante su crecimiento van naciendo desengaños ya desde la misma familia, de la escuela, de los poderes del Estado o de cualquiera de las instituciones. Se va contactando con otros miembros de la sociedad, donde las relaciones no son siempre humanas sino con frecuencia utilitarias. Cada una de estas desviaciones forzadas que bloquean las aspiraciones individuales constituyen frustraciones para el libre crecimiento de acuerdo a condiciones y gustos personales. Se suelen tomar dos caminos para paliar ese desencanto cuando se hace repetitivo. Estos se relacionan, por lo general, con una medición de fuerzas entre la causa frustrante y el hombre frustrado. En una etapa donde no existe una denigración profunda de la condición humana pueden aparecer, o bien la violencia reactiva, o bien la depresión. En una etapa más avanzada, como lo vemos cuando varias generaciones saben de antemano que no pueden tener perspectivas para crecer en su condición de tal, aparece ya la violencia destructiva. Por cierto que el camino para frenar ambas cosas no es la represión violenta sino la observación atenta de las causas que las determinaron. La observación atenta de las cosas que pasan en una humanidad que se deteriora día a día nos debe movilizar para que dejemos de ir a tratar solo los efectos de la enfermedad social y miremos en profundidad las causas que la producen. Doctor Efrain Hutt
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