Año CXXXVI
 Nº 49.703
Rosario,
jueves  26 de
diciembre de 2002
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Rechazo episcopal a la inacción y mezquindad de la clase política
Obispos están contra los que hieren a la dignidad de los más pobres
Los prelados ofrecieron en Navidad una descarnada advertencia sobre la realidad social

Los mensajes de Navidad de los obispos denotaron una profunda preocupación episcopal por la crisis socioeconómica que padece el país, cuyo signos más evidentes son la "pobreza creciente y las muertes prematuras por desnutrición infantil, y un cierto fastidio por la inacción de la clase política por aportar soluciones permanentes", según la esencia de los mensajes.
Una de las reflexiones navideñas más críticas fue la de monseñor Luis Villalba (Tucumán), quien afirmó que en el país "abundan las tinieblas que hieren la dignidad humana y golpean sobre los pobres", y se refirió particularmente a las del "egoísmo desenfrenado que no busca sino el beneficio propio o de su grupo y no el bien común; de la política que, desde hace tiempo, sólo ofrece la lucha por el poder; de la injusticia, y las del escándalo del hambre y la desnutrición".
Para monseñor Héctor Aguer (La Plata) la Argentina se encuentra "desquiciada" por la decadencia de las costumbres y vive en una "paz precaria, amenazada, carcomida por la mentira, la injusticia, la corrupción, la manipulación política y los despuntes de anarquía, en suma, por la violación del orden establecido por Dios".
En la misma línea se pronunció el titular del Episcopado, monseñor Eduardo Mirás (Rosario), quien lamentó que "la lucha contra la pobreza y la exclusión social y el respeto a la dignidad de los demás, sean virtudes ausentes frente a la insaciable apetencia de poder y la enorme voracidad económica de muchas personas y sectores".
"No podemos dejar de reconocer que el orden querido por Dios, hoy no es reconocido por la sociedad. La justicia y la solidaridad que son la expresión plena del amor al prójimo, no suelen ser comunes entre nosotros", puntualizó el arzobispo rosarino.
"Cada año la Navidad nos anuncia con alegría la venida de Jesús. Su nacimiento en un establo, en la mitad de la noche, se convierte en un símbolo de humildad y sencillez. Dios quiso nacer así, seguramente para que el recuerdo del pesebre nos lleve a comparar la paz de aquella pobreza con la angustia que a veces nos imponen las vanidades y ambiciones cotidianas", agregó el prelado.
El arzobispo de San Juan, monseñor Alfonso Delgado, señaló en su reflexión navideña que "el ejemplo de Jesús en Nazaret nos debe alentar a promover el amor al trabajo y el espíritu de sacrificio, con creatividad y empeño perseverante. Por el bien de nuestra patria y para ayudar a superar el clima de corrupción y de mentira, necesitamos volver a la verdad e impulsar el sentido de justicia, el respeto por la ley y la fidelidad a la palabra dada", agregó.
Monseñor Luis Stockler (Quilmes) consideró, en tanto, que "el pecado se enseñoreó de nuestro país, desde afuera y desde adentro", y advirtió que "corremos el peligro de perder la confianza entre los que habitamos este suelo y de aislarnos de los demás pueblos".
Monseñor José María Arancedo (Mar del Plata) describió al 2002 como a un año marcado por "el desconcierto político, la inseguridad jurídica y la injusticia social de la pobreza, que nos avergonzó con el drama de la desnutrición", y sostuvo que "esta situación de crisis y de inequidad económica dejó heridas profundas que deben ser sanadas para restablecer la armonía y el bienestar social".

El esfuerzo de los pobres
El obispo de Posadas, monseñor Juan Martínez, valoró el "notable florecimiento en los barrios y pueblos de nuevos emprendimientos tales como huertas, comedores, la manufactura de productos o trueques, que permiten sobrevivir a aquellos que padecen la marginación del gran mercado, que cada vez se va reduciendo más a un sector de la población, sobre todo en países como el nuestro, marcados por la pobreza".
En tanto, el arzobispo de Mendoza, monseñor José María Arancibia, reconoció en su carta de Navidad que "como ciudadanos y como cristianos hemos vivido un año cargado de dificultades y desafíos. Se percibe en todas partes un clima de desconfianza y de sospecha, de inseguridad y de franco desaliento, por la mentira y corrupción reinantes", dijo Arancibia para proponer "volver a la Palabra de Dios, porque si nos acercamos a ella con fe, el mismo Señor nos abre los ojos, como a los discípulos de Emaús, para descubrir su presencia, y despertar en nosotros actitudes y gestos nuevos".
Por su parte, los obispos de San Salvador de Jujuy, Marcelo Palentini, y de Humahuaca, Pedro Olmedo, enviaron ayer un mensaje de Navidad en el que recordaron que "serán dichosos los que luchan por la paz, los que trabajan por la justicia".
"Casi todos los vínculos sociales se han roto. La insolidaridad y el egoísmo campean a sus anchas. La legitimidad de nuestras instituciones se ha deteriorado por usarlas en provecho propio de grupos y no en el servicio del bien común. La mentira y el robo, han generado niveles inaceptables de pobreza, miseria y exclusión. Los poderosos del mundo siguen poniendo exigencias a los pobres para demostrar su poderío", señalaron los dos prelados.

Un grito de esperanza
El administrador apostólico de Bahía Blanca, monseñor Néstor Navarro, dijo que "igual que en la primera Navidad también para nuestra Argentina de hoy llega Jesús como luz que se convierte en grito de esperanza para nuestro pueblo desalentado, abrumado por miedos y amenazas, marcado por profundas desigualdades, donde muchos se cansan de esperar el pan y el trabajo, mientras otros pocos se hartan de consumir".
El arzobispo de Paraná, monseñor Estanislao Karlic, subrayó que la Navidad "no es simplemente una fiesta de confitería", sino "una fiesta del cielo y una fiesta de la grandeza del corazón del hombre, capacitado a los actos mayores, más extraordinarios, por la gracia de nuestro Señor Jesucristo".
Karlic llamó a comprometerse "a vivir la justicia y la solidaridad aquí en la Argentina y en donde estemos, pidiendo para el mundo la paz, el silencio de las armas, la voz del corazón bueno". (Télam y DyN)



Para Mirás no se ve una lucha contra la pobreza.
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