El presidente Eduardo Duhalde respiró con cierto alivio cuando escuchó las primeras noticias desde Washington, a través de su ministro de Economía Roberto Lavagna. El FMI estaría dispuesto a aceptar un acuerdo de transición, que podría firmarse en enero y que dejaría abierta la posibilidad de establecer otro de mayor alcance con las autoridades del próximo gobierno.
Si esto se concreta, el acuerdo podría extenderse durante unos 8 meses, lo que le permitiría a Duhalde terminar con cierto respiro su administración y, al presidente siguiente, contar con 3 ó 4 meses para definir un convenio definitivo.
Está claro que ni Duhalde ni Lavagna consiguieron por sí solos que se abra esta nueva puerta. En el FMI siguen las mismas dudas sobre el presente y futuro de la política argentina, como así también los temores por un inminente fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre la redolarización de las cuentas bancarias.
Pero la Argentina tuvo, en esta etapa, una ayuda importante del poderoso Grupo de los 7 (los países más poderosos de la Tierra), que gestó el aval necesario del FMI para avanzar en el acuerdo de transición.
Las cuestiones técnicas con el Fondo fueron cerradas pero no así los interrogantes que hay en ese organismo sobre los políticos argentinos y el funcionamiento de la justicia.
Los jueces
En estos días creció el enfrentamiento entre el gobierno y la Corte Suprema ante la posibilidad concreta de que ese cuerpo trate la redolarización antes de que termine el año. Los ministros de la Corte retomaron la mayoría automática al rechazar la "excusación" de Carlos Fayt, porque tenía una cuenta bancaria, y habilitar a su par Adolfo Vázquez, también cuestionado. Esa noticia se conoció en el mismo momento en que avanzaban las negociaciones con el FMI e hizo temblar al gobierno.
Por esa razón, desde el oficialismo se desplegaron todas las fuerzas para evitar que la Corte de vía libre a la redolarización. Ese accionar coincidió con dos recusaciones contra el juez Vázquez, presentadas por una abogada y el Banco Nación. Aunque la Corte las rechazó rápidamente y comenzó a trabajar en lo que se denomina la "letra chica" de un pronunciamiento que podría llegar el lunes 30 de diciembre.
En el otro frente del accionar gubernamental está la ofensiva para impulsar el juicio político de Fayt, a raíz de la decisión de no apartarse de este caso por su depósito bancario. Si esto prospera, se podría parar el pronunciamiento de la Corte al trabarse la denominada mayoría automática.
Mientras tanto, los miembros del tribunal discuten el mecanismo a aplicar para devolver los depósitos, ya que las opiniones están divididas entre quienes quieren ordenarle a los bancos entregar el dinero inmediatamente a los ahorristas y los que prefieren establecer una modalidad distinta con la intervención del Congreso de la Nación.
Al compás de los problemas generados en el ámbito judicial, el gobierno se movió y mucho para evitar que la jornada de protesta de piqueteros y organizaciones de izquierda, para recordar un año de la caída del gobierno de Fernando de la Rúa, terminara en paz, como ocurrió.
La movilización fue importante y la seguridad se garantizó por ambas partes, ya que tanto policías como piqueteros cumplieron un diagrama de control sobre los manifestantes que prácticamente no tuvo fisura.
Está claro que en las manifestaciones callejeras de los últimos tiempos, la dirigente política tradicional de la Argentina no sólo está ajena sino inmersa en sus propias disputas.
A la compleja interna peronista, donde todo es confusión y no está para nada claro si habrá elección para designar al candidato a presidente, se sumó ahora el escándalo de los radicales.
A una semana de los comicios internos, los dos precandidatos presidenciales se siguen atribuyendo la victoria en medio de una ola de denuncias sobre irregularidades en las urnas. La UCR estaba ante una oportunidad histórica para comenzar un camino que le permitiera a ese partido reconstruir su imagen y renovar a su dirigencia tras la enorme frustración que fue el gobierno de la Alianza.
Pero a un año de la caída, las principales figuras radicales, al igual que dirigentes otras fuerza políticas, no dejan de revolcarse en sus cenizas.