Luis Blanco / La Capital
Las agrupaciones piqueteras, asambleas barriales y organizaciones defensoras de los derechos humanos realizaron ayer en Villa Gobernador Gálvez un acto por el primer aniversario de la muerte de la militante del Movimiento Territorial Liberación (MTL) Graciela Acosta, quien falleció en esa ciudad durante la revuelta popular que culminó con el gobierno de Fernando de la Rúa en diciembre de 2001. El homenaje se hizo en la Plaza de las Madres, una hora después de que las mismas agrupaciones levantaran un piquete sobre el puente Molino Blanco. Los distintos oradores elevaron como pedido común el esclarecimiento de la muerte de Acosta y los demás caídos y apuntaron directamente sobre "la nefasta policía de (Carlos) Reutemann". "Este fue un año de resistencia donde el dolor unificó aún más a los que luchan por la liberación de los argentinos", dijo Mónica Cabrera, compañera y testigo de la muerte de Acosta. "Basta de gatillo fácil, represión, tortura y cárcel a los que luchan", exigió. Si bien la intención de los organizadores del acto era que participasen familiares de Acosta y vecinos galvenses, sólo un centenar de militantes de las agrupaciones MTL (Rosario, Villa Gobernador Gálvez, Arroyo Seco y Villa Constitución), Frente Santiago Pampillón, Izquierda Unida, Movimiento Popular de Solidaridad con Cuba y la Coordinadora de Unidad Barrial Barrio 25 de Mayo, entre otras, se congregaron en la esquina de las avenidas San Martín y Juan Perón. En ese marco, el secretario del Partido Comunista, Jorge Testero, anunció que se aproxima la creación de un centro coordinador de las luchas que concentre los reclamos de las agrupaciones piqueteras". Graciela había empezado a trabajar en el barrio, identificada con el movimiento de vecinos que ayudaba a los más carecientes: era viuda, desocupada y madre de siete hijos. Poco después se acercó al MTL como simpatizante y luego empezó a militar. Sus vecinos aseguraron que se identificaba con las entidades que nuclean a los desocupados porque esa era su condición. "Lo sentía en carne propia, la mayoría de las veces no tenía para comer y los chicos hacían algunas changuitas para obtener comida. Además, siempre se negaba a recibir una bolsa de alimento porque la consideraba una ofensa a su dignidad de trabajadora". Los numerosos efectivos policiales que fueron afectados a seguir el acto permanecieron en actitud pasiva. Fueron blanco de acusaciones y calificativos de todo tipo, al igual que el intendente Pedro Jorge González, quien llamativamente siguió la recordación de cerca, apostado en una auto con vidrios polarizados estacionado a cien metros del lugar, junto a un grupo de simpatizantes que oficiaron de custodios.
| "Muchas veces Graciela no tenía para comer", dijeron. | | Ampliar Foto | | |
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