Año CXXXVI
 Nº 49.700
Rosario,
sábado  21 de
diciembre de 2002
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Análisis: ¿Dónde está la famosa CGT?

Mauricio Maronna / La Capital

La revolución de las cacerolas de diciembre de 2001, que eyectó del poder a Fernando de la Rúa, no logró que la clase política se conmueva ante el hit "que se vayan todos, que no quede ni uno solo". Sin embargo, generó un drástico cambio en el mapa sindical.
El crecimiento explosivo de la pobreza entre las capas medias, la profundización de la pauperización entre los humildes, el ascenso incontenible del desempleo y el flagelo de la desnutrición tienen como contrapartida la vergonzosa ausencia de los caciques sindicales, barridos de escena por los movimientos piqueteros. Pero, además, ninguneados por una sociedad que los considera también culpables de la tragedia argentina.

Fotos viejas
¿A quiénes representan hoy Rodolfo Daer y Hugo Moyano, líderes de las CGT? Hasta hace poco tiempo se hablaba de una central sindical "oficial" y otra "disidente". A la luz de los acontecimientos esa caracterización aparece hoy como una foto vieja de un país que no existe más.
Aquel grito que inflamaba el pecho de la clase trabajadora ("Y ya lo ve, es la famosa CGT") fue reemplazado por otras consignas. "Piqueteros, carajo", fue el grito que se escuchó durante la imponente movilización de ayer en la Plaza de Mayo.
"No es nuestro rol ocuparnos de los desocupados", dijo no hace mucho tiempo en una entrevista televisiva Hugo Moyano, ignorando que el desempleo ya era un huracán que arrasaba cualquier otra prioridad sindical.
Revisar los archivos, punteando la infinidad de paros lanzados por las CGT, es un buen ejercicio para comprender la caída de los gordos. "El fenómeno de los piqueteros es uno de los procesos más importantes de reconstitución del tejido social. La desocupación vivida en términos individuales es tremendamente destructiva de la personalidad: se produce un fenómeno de autodesvalorización, culpabilización, desarticulación familiar", narró a La Capital la socióloga Alcira Argumedo, haciendo notar los detalles que los caciques sindicales vieron pasar por delante de sus narices.

La invitación
Los piqueteros suplieron los espacios dejados vacantes por las CGT hasta tal punto que, ayer, el presidente Eduardo Duhalde les dio entidad de interlocutores ante el poder al convocarlos para diseñar el futuro de los planes sociales.
Pero hay un riesgo que puede quebrar el fenómeno que nació tras el asesinato de Víctor Choque en el sur del país: las agrupaciones piqueteras se dividieron en tantas siglas que nadie podría, hoy por hoy, nombrarlas sin recurrir a un ayudamemoria. En sus actos, además, sobrevuela cierta competencia para ver quién la tiene más larga. Un ejemplo: los movimientos más radicalizados tildan de "reformista" a la CTA de Víctor De Gennaro.
Son los desafíos que deberán enfrentar mientras nadie sabe dónde está (y no se ve) aquella famosa CGT.


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