| | Un año sin Alianza. El derrumbe del modelo aplstó a todos los poderes El ocaso de un ministro que se creía el elegido Domingo Cavallo cayó acorralado por la clase media
| "El Mingo está firme como rulo de estatua". La confianza del estrecho colaborador de Domingo Cavallo en la continuidad del ministro de Economía no dejaba lugar a dudas aquella noche del 19 de diciembre de 2001. Ya habían sido varios los embates sobrellevados con éxito por el líder de Acción por la República desde su asunción el 20 de marzo y la seguridad de su permanencia en el cargo no residía en su fortaleza sino en la misma razón por la que lo convocaron a volver al Palacio de Hacienda: Fernando De la Rúa no contaba con nadie para reemplazarlo. Pero el escenario era cada vez más desfavorable para el otrora hombre fuerte de la economía argentina. Fuera del minúsculo círculo delarruista, todos los sectores le habían restado su apoyo. La comunidad financiera internacional ya le había bajado el pulgar en julio, cuando la imposibilidad de seguir renovando deuda lo obligó a recurrir a la política de "déficit cero". El país se quedaba sin crédito y la tasa de riesgo país volaba mes a mes, anticipando la debacle. El drenaje de fondos fruto de esa desconfianza le había significado una pérdida de más de 20.000 millones de dólares de reservas, algo insostenible para la rigidez de la convertibilidad. Los partidos políticos, empezando por un radicalismo más opositor que oficialista, no estaban dispuestos a ser señalados como cómplices de la inédita rebaja de salarios públicos y jubilaciones. Además, las provincias persistían en su negativa a ser otra vez el eje del ajuste, plasmado a mediados de noviembre en el enésimo pacto fiscal. Desde principios de diciembre se había granjeado un enemigo impensado en sus tiempos de superministro de Carlos Menem. La clase media, principal beneficiaria del boom consumista de los inicios de la convertibilidad, se había convertido en una de las principales víctimas de una medida compulsiva que el ingenio popular bautizó "corralito". No había transcurrido la primera semana de corralito cuando Cavallo recibió uno de los mazazos más duros de la comunidad financiera internacional. El FMI se negó a desembolsar 1.264 millones de dólares, un año después del anuncio del "blindaje". En la mañana del 19 de diciembre, con el telón de fondo de saqueos en varios puntos del país, la reunión de De la Rúa en la sede de Cáritas con representantes de diferentes sectores de la sociedad no dejaba margen a segundas interpretaciones. Todos le pidieron al presidente el alejamiento de Cavallo. La solicitud fue desoída, pero al ministro le quedaban horas. En la madrugada del 20, Cavallo no tuvo más remedio que rendirse ante las evidencias. A nueve meses exactos de su regreso a Economía, presentó su renuncia. El rulo de estatua se había caído.
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