Año CXXXVI
 Nº 49.700
Rosario,
sábado  21 de
diciembre de 2002
Min 21º
Máx 30º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Análisis: El fin de un año más que agitado

Susana Merlo

Para los de más de 40, "Anochecer de un día agitado", la canción de los Beatles, marcó un hito. Fue un punto de inflexión que coincidió con muchos cambios. Nada fue igual después. Y este 2002 se le parece por muchas razones.
El campo está terminando el año con situaciones marcadamente distintas. Para algunos, el saldo será positivo. Para otros, marcadamente negativo, incluyendo los que desaparecen de la actividad y que, nuevamente, están marcando una fuerte y lógica concentración en manos de quienes tienen capacidad financiera para aguantar el momento (y, aunque a algunas entidades del sector parezca preocuparle solamente la parte de los capitales "externos", sin darse cuenta que más grave aún, entre otras cosas, es que los locales no tengan siquiera competencia en estas absorciones).
Globalmente, sin embargo, la foto, en particular en las zonas sojeras y de algunas economías extrapampeanas, es buena. Cada día son más, como a principio de año, los que sostienen que "el campo es uno de los principales beneficiados" por las actuales reglas económicas.
Y si bien esto es muy discutible, y sobran argumentos para demostrarlo, también es cierto que "el interior", de la mano del campo, muestra una actividad económica que dista abismalmente de los niveles de caída que se registran en la Capital Federal o en el conurbano bonaerense.
Por lo menos hay cierta liquidez, hay algo de plata y, entonces, desde las concesionarias de autos hasta los almacenes mantienen, y hasta en algunos casos incrementaron, sus operaciones respecto al año pasado.
Pero esta es la foto, no la película. No se calcula el arrastre ni lo que viene que, aunque puede tener cambios significativos según las medidas que se adopten, es bastante previsible de mantenerse las condiciones actuales. Lo concreto es que, como todos en el país, se va llegando casi sin pilas a la finalización de un año olvidable en más de un sentido.
Desde el inicio, con la seguidilla de cinco cambios presidenciales, inmersos en un corralito que secó la plaza al imposibilitar el uso físico de dinero (y sin que el sistema financiero estuviera preparado para semejante cambio, ya que, aún hoy, la bancarización en muchas localidades del interior sigue siendo virtual), con la fuerte devaluación, con problemas climáticos de inundaciones y sequías que se extendieron durante casi todo el 2002, y con un estado de inseguridad física, jurídica y política como no se tiene casi memoria en la historia del país, el año constituyó una prueba de resistencia física y emocional para todos, aunque para los empresarios del campo, fue más tensionante aún debido al factor clima.
En este contexto es lógico que muchos sostengan que la situación es mejor. Y de hecho lo es ya que, respecto a estos mismos días el año pasado, prácticamente cualquier cosa resulta mejor.
Sin embargo, y excepto la licuación de pasivos que sólo algunos pudieron aprovechar, o la mejora en los precios internacionales de ciertos productos, casi no se registran correcciones estructurales a los problemas que ya había De hecho, la reimplantación de las retenciones, el incremento de impuestos, el deterioro en materia de infraestructura y la falta de financiación para la producción, constituyen apenas una muestra de las asignaturas pendientes.


Diario La Capital todos los derechos reservados