Orlando Verna / La Capital
*** Conducción: Adriana Salgueiro. Espectáculos: Marcelo Tapia. Producción ejecutiva: Paula Favareto, Alejandra Mattheus y Laura Neffen. Producción general: Arellano Producciones, Sin Red y Canal 5. Sábados, a las 21, por Canal 5. Los programas de entretenimientos siempre tuvieron un halo de frivolidad y distracción que sus detractores utilizaron para tacharlos de narcotizantes. Esto es, un espacio televisivo dedicado no a la reflexión ni a la educación sino al mero y simple acto de divertirse. Y como no podía ser de otra manera, "Pasen y vean" transita esos mismos caminos en momentos en que la crisis económica y moral arrecia. Aunque el contexto no sea quizás el mejor parámetro para medir la intenciones y los resultados del envío conducido por Adriana Salgueiro, sino su repercusión en los hogares de miles de rosarinos. El 5 de octubre "Pasen y vean" subió a la grilla de programación del Canal 5 y tras una docena de programas en vivo dejó dos cosas en claro: que con esfuerzo la televisión es un excelente negocio y que la creatividad no es un elemento esencial para conseguir ese objetivo. Un 0800 al que llaman más de 3500 personas por semana, juegos al estilo de "Dígalo con mímica" y una montaña de publicidades encubiertas no son en sí mismos descubrimientos de Salgueiro y sus productores. Es más, son una repetición casi exasperante, pero de una convocatoria tan multitudinaria como inesperada: "Pasen y vean" es el programa de producción local con mejores mediciones de rating en Rosario si se descartan los informativos. Con un promedio de 9 puntos, se ubica en un lugar de privilegio no precisamente por su aporte creativo sino por su calidez humana; es decir, por su explícita predisposición a mostrarse tal cual es, con aciertos y errores. Y la referencia no es exclusiva de su conductora. Adriana Salgueiro se maquilla, se viste, se calza pero no deja de ser "la Salgueiro". Aquella mujer que luciera sus espléndidos ojos y su bella figura en el cine y la televisión de los 80 es así nomás como se la ve en la TV. Y su honestidad la hace aún más atractiva. Se ríe, se emociona, se divierte como cualquiera de los mortales que la sigue a través de la pantalla del 5. Aunque esa cualidad no se limite a su personalidad. El programa esparce un aroma a hecho aquí mismo, acá a la vuelta, sin rodeos ni pretensiones exageradas. La vida de la ciudad está allí con su gente, su mercado y sus tristezas travestidas de alegría instantánea. Y aunque parezca contradictorio esa impronta fue finamente esculpida por los mismos productores que copiaron las fórmulas lúdicas ya mencionadas. Así, "Pasen y vean" penduló entre la novedad y la reiteración, entre la necesidad de entretener y la vocación empresaria, entre los brillos de los famosos y la sobriedad de la gente común. A esos atributos le sumó una impactante escenografía, la reapertura de un estudio de televisión al borde del desuso y la seguridad de que una figura atrae, sólo si puede mostrar el trabajo que la gente de detrás de cámaras hizo con profesionalismo y mucho sudor. Porque en el piso, los sábados a la noche y sin aire acondicionado, hace un calor...
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