Mauricio Maronna / La Capital
Mienten quienes dicen que el país ya llegó al fondo del pozo y que, de ahora en más, viene la resurrección. ("A los argentinos nos han robado hasta el fondo del pozo", dijo alguna vez Jorge Luis Borges). Caen en un ilusionismo berreta los que sostienen que la contención momentánea del descalabro es mucho más que un "veranito". Y son, cuanto menos, irresponsables aquellos que apuestan a la repetición de la tragedia del 19 y 20 de diciembre del 2001 para sacar carroña del basural. Con su decisión de consolidar el default, el gobierno apuesta todo al aquí y ahora. ¿El 2003? Se verá... Argentina vive un fenómeno de estación, cortoplacista, merced a los 150 lecop mensuales que el gobierno paga a un ejército de desocupados que, apenas, logra sobrevivir; al mejoramiento de determinados índices macroeconómicos sustentado por la decisión de no pagar deudas, al buen manejo de Roberto Lavagna y a la contención suburbana que el PJ maneja al dedillo. La idea de tirar todos los pagos hacia adelante condicionará hasta el límite de lo imaginable al presidente que venga: el año próximo habrá que desembolsar casi 20 mil millones de dólares y sanar las heridas abiertas, no solamente con los organismos de crédito internacionales, sino con el mundo civilizado. Para no hablar del ajuste en las tarifas de servicios públicos, otra de las espadas de Damocles. Los mentores del "vivir con lo nuestro" parecen no reparar en que, aunque humeen algunas chimeneas bajo el discurso único de la "sustitución de importaciones", la tragedia argentina seguirá mostrando postales de pobreza extrema, desnutrición y hambre en millones de compatriotas. Ningún país puede sobrevivir arrodillado ante el FMI pero tampoco desentendido de la economía mundial. El clima preelectoral no contribuye a disipar los nubarrones ni el frío gélido que se acumulan detrás del "veranito". Casi nadie repara en que del caos argentino solamente se sale con consensos amplios, sentido común y mejor calidad de representación. Hoy se corroborará que de la UCR solamente quedan el sello, la nomenclatura y pocas cosas más. El peronismo ya es un jeroglífico que juega un partido de aparatos, con tribunas raleadas y sin ningún tigre de papel para ofrecer. La oposición se debate entre la lucidez intelectual y los brotes místicos de Elisa Carrió, el discurso sesgado de Ricardo López Murphy y la incomprensible actitud de Luis Zamora, quien quiere que "se vayan todos", incluido su único compañero de bancada. Los aspirantes a la Presidencia intentan esquivar la realidad como la increíble Luciana Aymar a las morrudas australianas. Pero una cosa son Las Leonas y otra, infinitamente distinta, los dinosaurios de la real politik nacional. Una especie que se niega a desaparecer por más que la gente le haya bajado definitivamente el pulgar, exigiendo nuevas caras y más y mejor política.
| La pobreza y el hambre están más allá de los indicadores. (Foto: Angel Amaya) | | Ampliar Foto | | |
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