| | Editorial Modalidad que hiere a la democracia
| El surgimiento del "escrache" como forma de repudio en la Argentina contemporánea se relaciona con las injusticias que significaron las distintas formas de amnistía para los represores de la última dictadura militar. Sin embargo, la extensión de esta práctica a todos los estamentos de la vida política —y no política— ha desembocado muchas veces en notorios abusos y faltas de respeto, cuando no en comportamientos lindantes con la esfera delictiva. Ese fue el caso de lo que debió sufrir la decana de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) como consecuencia de su posición en torno a la modalidad de ingreso a esa casa de altos estudios. El edificio donde vive Raquel Chiara, en el centro de Rosario, fue "empapelado" por un reducido grupo de estudiantes que se oponen al proyecto de restringir el acceso a medicina y que tenía la particularidad, además, de que se hallaba integrado por sólo tres ingresantes a la mencionada carrera. Los demás eran militantes de distintas fuerzas políticas. La escasa representatividad que ostentaba la veintena de jóvenes alborotadores resulta obvia. Sin embargo, ese elemento no obró como disuasorio suficiente para que la razonabilidad predominara. La legitimidad de la que en esta difícil Argentina están investidas las protestas de muchos sectores no autoriza a que cada vez que veinte personas discrepan con la opinión de otra sean libres de invadir su privacidad y crearle serias molestias. Las fuerzas de seguridad, en estas situaciones, se mantienen al margen. Pero de esa pasividad, como sucedió en el caso de Chiara, terminan aprovechándose aquellos que no comprenden o no respetan las reglas de juego de la democracia. Por ello estos excesos juveniles resultan lamentables, ya que terminan desprestigiando a las manifestaciones populares y proporcionando argumentos a quienes fomentan el autoritarismo.
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