Leonardo Stringaro
En 1903, la firma Gillette patentaba por primera vez una de sus innovaciones tecnológicas vinculadas al tradicional sistema de afeitado. De ahí en más, a través de todos estos años generaría productos y nuevos sistemas que le facilitarían continuamente el desarrollo de nuevas patentes. A pocos meses de que se cumplan 100 años de historia, la marca que primero le viene a la mente a cualquier ser humano a la hora de afeitarse, sigue generando nuevas patentes, invierte millones en estrategias y capital intelectual, y recauda cifras billonarias a partir del conocimiento. El agro Argentino va por el mismo camino. La llaman sociedad de conocimiento y por medio de ella se pueden obtener las oportunidades comerciales que toman valor y se agudizan a partir de las marcas, inventos, modelos y diseños industriales. Si en los próximos 8 años, el proyecto de "Transformación de soja con genes antifúngicos" que lidera Alejandro Mentaberry da un resultado positivo, la firma Bioceres podrá generar entre 6 u 8 millones de dólares por medio de los royalties o licencias de esta primer patente. Le siguen un segundo proyecto firmado hace pocos días con el Inta, por medio de un convenio para la obtención de plantas transgénicas de maíz que expresen zonas derivadas del genoma del virus del Mal de Río Cuarto (MR IV); y ya está en carpeta el estudio de un gen que permita resolver el problema del estrés hídrico en los girasoles. Fernando Sánchez es el responsable de la estrategia legal en gestión del conocimiento de la firma que adopto el nombre de la Diosa de la Agricultura (bioceres), y planifica cómo optimizar las ventajas que en la nueva empresa pueden otorgar la propiedad intelectual de estos activos estratégicos que son los inventos. Considera que a diferencia de otros países, en Argentina las asignaciones para la investigación casi no existen, ni tampoco hay una política dirigida para ello. Sin embargo, ha sido la agricultura, su desarrollo e innovaciones como la siembra directa las que han permitido captar interesados, accionistas dispuestos a arriesgar para solucionar problemas en el campo, con nuestros propios expertos. "Se podría decir que estamos en el inicio de un camino que a futuro puede llegar a posicionar al agro como uno de los sectores que comience a utilizar sus activos, como lo hacen en el campo de la informática Microsoft IBM, Disney por el lado de los entretenimientos y muchas empresas farmacéuticas que generan millones a través de sus licencias". A la par de lo que se investiga, en Bioceres la estrategia más importante en materia de patentes pasa por direccionar la organización de la empresa centrando la ventaja competitiva en la gestión de la propiedad intelectual. el uso de las patentes, las licencias, sus ventas y alianzas estratégicas. Desde su lugar, Sánchez trabaja para que el área de patentes se vincule con las de comercialización, marketing, investigación, desarrollo y recursos humanos. Piensa poner en funcionamiento una estrategia de cruzamiento de licencias, la cual considera muy importante para el caso de la biotecnología ya que puede llegar a permitirle a Bioceres el desarrollo de alianzas estratégicas con otras empresas y así obtener mayores ventajas tecnológicas. "Sería como una íntima relación que potenciaría y le daría más valor a los activos intelectuales. Por momentos, suena un poco complicado, pero basta con entender que en el campo de las ciencias de la vida, la industria farmacéutica y el agro aparecen con la posibilidad de manipular un gen, codificar cierta información y expresar resultados. De ahí el valor, el conocimiento y la forma de obtener recursos a través de ello". "La ciencia no es como una canilla que uno abre y sale agua", dijo hace un tiempo el Premio Nobel de La Paz (1970) Norman Borlaug. Claramente expresó que si la investigación no es continua se pierde tiempo, experiencia y se cae en un atraso tecnológico. En Argentina, esta primera alianza que formó la producción con la ciencia promete articular acciones entre lo público y lo privado y crear recursos por medio del conocimiento, la codificación y protección de soluciones para la agroindustria. La pregunta es qué va a pasar si todo sale bien. Probablemente, se abrirá la canilla y se verá cómo sale toda la potencialidad transformadora de una nueva economía.
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