La joven Natalia Muesa, que arribó a Buenos Aires luego de ser deportada por las autoridades de los Estados Unidos bajo la acusación de inmigrante ilegal, calificó su dramática experiencia como una pesadilla que no le desea a nadie.
Muesa llegó ayer a la mañana al aeropuerto internacional de Ezeiza, donde fue recibida por sus padres, y horas después emprendió viaje hacia Córdoba, su provincia natal. "Estoy contenta porque llegué a la Argentina. Ahora falta que llegue mi marido. Para nosotros esto fue una pesadilla, yo sé por lo que él está pasando, porque estar preso allá es horrible. Yo lo viví, no hace falta que nadie me lo cuente. Lo que viví no se lo deseo a nadie", expresó Natalia no bien puso sus pies en el país.
Explicó que se había ido a los Estados Unidos para ayudar a su familia, "para recompensarlos" por todo lo que hicieron por ella y agregó que lo que más desea es estar con su marido, Marcelo, a quien no ve desde hace tres meses.
"Sé que él está contento porque yo quedé libre, me llegan noticias de él a través de amigos argentinos que lo pueden ir a visitar a la cárcel y les cuenta que sabe que dentro de pocos días él también podrá retornar al país", contó.
"En estos días lo trasladarán a la cárcel de Migraciones de Miami y creemos que, como máximo, el viernes, estaría de nuevo en Argentina, según me informó la gente del consulado", dijo esperanzada.
En cuanto a su estadía en prisión, manifestó: "No me voy a poder borrar en mi vida esas esposas y cadenas que te ponen, las puertas que se golpeaban fuerte, los gritos, y uno que no entendía nada", dijo con la voz quebrada.
Recordó que en la cárcel donde estuvo en un principio "hay mucha gente de color y como soy hispana y blanca, y encima no hablo muy bien inglés, ellos saben que en poco tiempo te vas a ir y te maltratan, te quieren hacer sentir el rigor".
La joven, quien arribó a las 10.05 en Ezeiza en el vuelo 943 de American Airlines, reconoció que su caso fue "muy duro", ya que lo eligieron como "ejemplificador" para todos aquellos que deseen emigrar a Estados Unidos sin tener los papeles en regla.
Por su parte, los padres de la joven deportada, quienes la esperaban en el salón VIP del aeropuerto de Ezeiza junto a empleados de Cancillería, contaron que hacía un año que no la veían pero que hablaban a menudo con ella.
"Natalia nos consolaba diciendo que faltaban pocas horas para estar nuevamente juntos", dijo la madre. "Nos pidió que la esperemos con asado y papas fritas" y les confirmó que "antes de Navidad va a estar de nuevo junto con su marido", agregó.
El padre dijo que "la espera fue larga, ya que siempre nos decían que llegaba en una fecha, pero ese día pasaba y Natalia no llegaba nunca".
"Pensábamos que iba a ser más largo, estábamos con la incertidumbre de cuándo sería el día de estar nuevamente juntos y felizmente ese día es hoy mismo", acotó emocionado.
"Al que le toca, le toca"
Consultado sobre si el caso de su hija fue ejemplificador, el padre consideró que no. "No creo, porque de acuerdo a lo que sabemos, la ley de Estados Unidos es así y al que le toca, le toca".
"Creo que ellos pensaban que si los encontraban con documentación falsa, lo máximo que podían hacerles era deportarlos, pero la ley es rigurosa y la tienen que cumplir, pero nunca creyeron que sería de esta forma", consideró.
La mamá de Natalia dijo que "se acabó una parte de la historia. Este calvario terminó, pero comienza otro: es el de los chicos en una Argentina difícil y sin trabajo. Espero que alguien les ofrezca un empleo para que puedan quedarse en su país, del que nunca tendrían que haberse ido". (Télam)
La Ciudad
