Año CXXXVI
 Nº 49.688
Rosario,
martes  10 de
diciembre de 2002
Min 18º
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Editorial
El deporte muestra un camino

Más allá de la enorme alegría desatada, la obtención de la Copa del Mundo por parte del seleccionado nacional de hockey en Australia ha despertado un sentimiento de orgullo entre los argentinos que tiene sus fundamentos y pormenores. Y es que el deporte, en mayor medida el hockey por su carácter amateur, vuelve a demostrar tanto al mundo y como a nosotros mismos, la riqueza de talentos con que se cuenta, no siempre reconocida ni convocada. Recursos humanos que, cuando encuentran una política coherente, razonable, acompañada por el esfuerzo y la sensibilidad, puede arrojar resultados sorprendentes e históricos, tal como sucedió con nuestras Leonas. Precisamente, mucho de lo que la ciudadanía espera de cualquier responsable en delinear estrategias para poner al país en mejor condición, aunque durante décadas esto siga resultando infructuoso.
A lo largo de este año, en que la crisis sin precedentes puso al país al borde del caos, la anarquía y la desintegración, el deporte reveló, casi como una verdadera paradoja, una conducta a seguir. La inesperada final en el Mundial de Básquet de los Estados Unidos; la semifinal de tenis de la Copa Davis en Moscú, junto a los siete títulos de ATP obtenidos; el quinto puesto en el Mundial de Voleibol, y las medallas de oro logradas en natación por José Meolans; pusieron de manifiesto que fueron consecuencias del trabajo silencioso, planificado, transparente y fundado en convicciones. En el caso de las jugadoras de hockey resulta francamente aleccionador el esfuerzo que hicieron para poder llegar en las mejores condiciones. Las rosarinas Luciana Aymar y Ayelén Stepnik y la cordobesa y Soledad García viajaron durante todo el año una vez por semana a Capital Federal para poder entrenar, sin ninguna otra retribución que el deseo ferviente de conseguir alguna vez la gloria. Los ingresos del cuerpo técnico y colaboradores son casi simbólicos en comparación con lo que perciben los futbolistas. Y sin embargo, allí están los resultados.
Esta primera copa del mundo en hockey debería servir, una vez más, a la clase dirigencial del país, en sus distintos niveles, como un espejo donde identificar y emular principios, criterios, estímulo y esfuerzos. Al menos para recuperar parte de la confianza perdida de la población y, fundamentalmente, de las nuevas generaciones que siguen refugiándose en otros países en busca de un destino más digno.


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