Año CXXXVI
 Nº 49.687
Rosario,
lunes  09 de
diciembre de 2002
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Nueva aparición en Mendoza al 6000, dentro de la zona usual de ataques
El "Loco de la Escopeta" marcó su terreno e hirió a un pasajero del trole
Fue ayer a las 12.45. El tiro partió de un vehículo, rompió una ventanilla y dejó 15 impactos en el marco

El golpe seco sacudió al trole y una lluvia de vidrios y perdigones hizo estallar en espanto a la veintena de pasajeros que cruzaba la ciudad hacia el oeste, por calle Mendoza. Los proyectiles que perforaron el vidrio de la quinta ventanilla del lado izquierdo hicieron saltar de sus asientos a los viajeros, que comenzaron a descubrirse el miedo en las caras. Un hombre que iba parado frente al cristal roto se cubrió la cara con las manos heridas. Los otros pasajeros no atinaron ni a sacudirse los vidrios, paralizados por el ataque.
Ninguno vio al agresor, que disparó a la mitad de la carrocería en pleno mediodía desde Mendoza y Solís, donde el tránsito era fluido y varios comercios atendían al público como todos los días. Ni siquiera pudieron aportar datos los vecinos, que se volcaron a mirar al trole al escuchar el estampido que sonó como el reventón de un neumático.
Como cada vez que se reiteran los ataques, desde hace diez años, la policía anunció que volvió a aparecer el Loco de la Escopeta. Un personaje impreciso al que la policía atribuye la muerte de Carolina Salgado, en 1994, y decenas de heridos desde que comenzó a disparar contra vehículos, frentes o lugares abiertos el 13 de noviembre de 1992. La Unidad Regional II lo señala por más de 80 actuaciones que se reiteran con frecuencia en la zona oeste, en los barrios Belgrano y Azcuénaga y sobre las calles Eva Perón y Mendoza.
El ataque de ayer ocurrió quince minutos antes de las 13 en la bocacalle norte del cruce de Mendoza con Solís. Los relevamientos preliminares de la seccional 14ª indicaban que el agresor disparó desde un vehículo en movimiento que se desplazaba en sentido contrario al interno Nº15 de la línea K, conducido por Guillermo Smith.
Los testimonios que habían logrado reunir diferían en cuanto al tipo de vehículo utilizado por el atacante. Algunos vecinos hablaban de una chata color azul francia, carrozada, pero nadie podía sostener con firmeza que desde ese vehículo habrían partido los disparos hacia el trole. Los investigadores, por su parte, recogieron distintas versiones sobre el rodado que utilizó el atacante divididas entre autos y camionetas.
Otros vecinos alentaron la versión de que el disparo surgió del techo de un galpón, ya que llevaba una orientación desde arriba hacia abajo. Pero la distancia entre la edificación y el transporte atacado volvía improbable esa hipótesis, ya que hubiese provocado una mayor dispersión de los proyectiles, indicaban los investigadores.
El conductor del trole detuvo el vehículo a unos 40 metros del lugar donde sintió el impacto. Los pasajeros bajaron del ómnibus con miedo y llenos de esquirlas. Se fueron del lugar enseguida. Los vecinos auxiliaron a una mujer de unos 50 años, que se descompensó tras el ataque. Otra mujer mas joven se subió a la unidad que llegó después sin sacudirse los vidrios sobre el cabello.
El único que permaneció en el sitio fue un hombre identificado como José María Pieroni, de 35 años, que fue el único herido por las esquirlas de los vidrios, indicó la policía. Fue trasladado por la policía al Policlínico San Martín, donde lo curaron.

Historia de impunidad
El barrio siguió con su movimiento habitual tras el ataque. En la comisaría 14ª, una foja más se sumó al expediente donde una tras otra caen las constancias de los ataques del Loco de la Escopeta. El último ocurrió el mismo día que el fotofit mejorado del sospechoso fue publicado por la prensa. Esa mañana, el 28 de septiembre pasado, el francotirador disparó contra un micro de la línea 107 en Avellaneda y Humberto Primo como en respuesta a la publicación. Por azar, nadie resultó herido.
La reconstrucción de la cara del sospechoso pudo realizarse porque en el ataque anterior, el 18 de septiembre pasado, la víctima pudo ver al hombre que le disparó. El blanco fue un micro de media distancia de la empresa Las Rosas, baleado cerca del complejo Village, en el que resultó herido el comerciante Víctor Alejandro Curaba. Fue un episodio singular porque en la mayoría de los casos el agresor lograba disparar sin dejar rastros. La versión de Curaba sumó algunas precisiones al fotofit que presentaron los investigadores en octubre del 2001, nueve años después del caso que abrió el expediente con más de 80 ataques registrados.



El disparo hizo añicos la quinta ventanilla de la K. (Foto: Silvina Salinas)
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