Alejandro Cachari / La Capital
El tan mentado momento justo de un equipo llegó para Las Leonas en Perth. Es cierto que la otrora imbatible Australia dio una mano con su oportuno proceso de recambio. Tan verdadero como que la zona que le tocó a Argentina en la primera fase del Mundial fue una trituradora que juntó al equipo albiceleste con Alemania, Corea y China, todos potenciales candidatos a estar entre los cuatro mejores. Del otro lado, Holanda y las locales casi ni tuvieron oposición más allá de algún atisbo de Inglaterra y España. La conjugación de experiencia y juventud conformó una estructura sólida que permitió, por ejemplo, que la sub 23 Claudia Burkart fuera la figura del equipo en la final y que después, la experimentada Mariela Antoniska hiciera lo suyo en la definición por penales. La solidez de Rognoni, elegida como la mejor del mundo y el talento de Soledad García representan otro ejemplo de una mezcla exitosa que durante la Copa del Mundo tuvo a Luciana Aymar como la intérprete más brillante. Otra combinación de juventud y experiencia: una talentosa mediocampista de apenas 25 años con 130 test matches con el seleccionado que dirige Sergio Vigil. La medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 (1-3 con Australia), la Champions Trophy de Amstelveen (3-2 a Holanda), la final del Champions Trophy en Macao perdida por penales ante las locales y el campeonato del mundo logrado en Perth en la madrugada de ayer. Un proceso que empezó en 1998, se fue consolidando con resultados y selección de jugadoras y terminó de explotar en la madrugada de ayer con la inolvidable atajada de Antoniska sobre Fátima Moreira de Melo.
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