Hoy, en la sección El Plumazo del club Estudiantes de Paraná se llevará a cabo la 20ª edición del Seven de la República con la participación de las principales uniones provinciales, además de los representativos nacionales de Paraguay, Brasil y Uruguay.
El seleccionado de Rosario, que es conducido técnicamente por el trío César Blanco, Pedro Baraldi y Gonzalo García, jugará en primer término (a las 9.40) frente a Alto Valle y por la tarde (a las 16) enfrentará al seleccionado de Formosa, equipos con quien comparte la Zona D.
Un Rosario con historia
Rosario es una gran plaza de rugby reducido. En el historial del Seven, que comenzó en 1981, Rosario logró los campeonatos de 1995 (cuando venció en la final a Buenos Aires 31-7); 1997 y 1998 (cuando derrotó a las Aguilas 28-19 y 21-7 respectivamente); y en 2000 (superó a Cuyo 26-14).
Los rosarinos lograron además tres subcampeonatos. En 1992 perdió la final frente a Noreste por 31 a 12; y en 1994 y 1999 cayó ante Buenos Aires por 38-19 y 19-0 respectivamente.
Una versión divertida
Dentro de las versiones que tiene el rugby, la de seven es quizás la más atractiva tanto para el espectador como para el que juega. Por la naturaleza que tiene el seven los tanteadores son generalmente altos.
Dentro de este contexto hay normas que hacen del rugby reducido un verdadero espectáculo. Se juega con siete hombres en la misma cancha que los partidos de quince jugadores por lo que aumenta el espacio, tanto para atacar como para defender. Por eso el oportunismo y la velocidad son dos elementos tan desequilibrantes en partidos que duran tan poco tiempo.
Los jugadores deben tener, además de un muy buen juego de manos un tackle sólido. Además de estas destrezas fundamentales y de la habilidad para poder improvisar, los jugadores deben tener un impecable estado físico y una concentración máxima desde el arranque mismo del partido.
Lo bueno que tiene el seven es que a pesar de que muchas veces un equipo saca diferencias considerables, éstas se pueden acortar rápidamente. Un par de tries por desatenciones pueden desnivelar a favor o en contra un partido peleado, por lo que la emoción cualquiera sea el marcador siempre está presente.