Año CXXXVI
 Nº 49.684
Rosario,
viernes  06 de
diciembre de 2002
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Duhalde decidirá sobre la continuidad del presidente del Banco Central
Escándalo en el gobierno por la pelea entre Pignanelli y Lavagna
El jefe del BCRA quedó en el medio de versiones cruzadas sobre su posible alejamiento. Acusó a Economía

El presidente Eduardo Duhalde se reunirá el próximo lunes con el titular del Banco Central, Aldo Pignanelli, para decidir si acepta la renuncia presentada ayer por el funcionario.
Así lo señalaron voceros del jefe del Estado desde Brasil, donde se encuentra participando de una nueva cumbre del Mercosur. Lo curioso es que la información llegó poco después de que portavoces de la autoridad monetaria y de la Jefatura de Gabinete desmintieran que Pignanelli hubiera presentado la dimisión. Esas desmentidas estaban dirigidas, a su vez, al ministro de Producción, Aníbal Fernández, quien horas antes había afirmado que el controvertido jefe del Central le había puesto la renuncia a Duhalde sobre la mesa.
En esta comedia de enredos, disparada por el estallido final de la larga interna entre el jefe del Central y el ministro de Economía, Roberto Lavagna, intentó terciar Duhalde desde Brasil. "El presidente ni aceptó ni rechazó la renuncia, quedaron en hablar sobre el tema el lunes próximo", dijo el vocero.
Pero la renuncia, ¿existió o no? Un trabajo arqueológico sobre el disparatado episodio debería comenzar por las versiones de primera hora de la tarde, que señalaban que Pignanelli, muy molesto por lo que consideraba un juego de operaciones permanentes por parte de Lavagna, se había reunido con Duhalde y le había presentado la dimisión.
Poco más tarde, en la sede del encuentro donde se realizó la conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA), el ministro de Producción, Aníbal Fernández, fue abordado por la prensa. "Tengo el dato de que presentó la renuncia pero le fue rechazada", dijo.
Mientras tanto, se desarrollaba en la Casa Rosada una reunión entre el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, el presidente del Central y el superintendente de Entidades Financieras, Jorge Levy, a quien entre otras cosas se mencionaba como posible sucesor de Pignanelli.
La cosa es que después del encuentro, voceros de Gabinete y del BCRA aseguraron que el funcionario "nunca presentó la renuncia", aunque sí reconocieron que "está muy molesto con Lavagna".
El personal de prensa de Atanasof recién confirmó el encuentro, cuando los periodistas de la Casa Rosada habían informado varios minutos antes sobre su realización.
Más aún, los voceros del jefe de Gabinete dijeron que el titular del Banco Central "nunca estuvo con Duhalde" y que en la reunión de la Casa Rosada el funcionario "no presentó la renuncia".
En consonancia con lo expresado desde el Banco Central, en la Jefatura de Gabinete dijeron que la presencia de Pignanelli en la sede gubernamental se debía a un informe sobre las reservas monetarias y la cotización del dólar, así como al proceso de venta de los bancos Bisel, Suquía y Bersa.
Pero se ve que el secretario general de la Presidencia, José Pampuro, tenía otra información, ya que aún después de estas aclaraciones, insistió con la versión de la renuncia y le pidió a Pignanelli que "recapacite y revea su posición". Desde Corrientes, el funcionario incluso abundó sobre los cortocircuitos en el gobierno y dijo que "hay problemas internos en el seno del equipo económico que no corresponden con el tamaño de la crisis que tenemos". Incluso advirtió que la pelea entre Pignanelli y Lavagna "genera inestabilidad".

Una pelea histórica
La pelea entre ambos funcionarios comenzó casi en el inicio mismo de su respectivas gestiones. De hecho, el jefe del Central fue ascendido desde su cargo de director como parte de una negociación interna dentro del justicialismo y, en cierta medida, es un contrapeso que el propio Duhalde imaginó para Lavagna.
La primera pelea sobrevino por la decisión del ministro de Economía de descartar la instrumentación de un canje compulsivo de bonos, opción que era reclamada por los bancos y defendida por el jefe del BCRA.
Se trasladó luego a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. Hace unos meses fue Lavagna quien amenazó con renunciar (por supuesto en medio de otro aquelarre de versiones y desmentidas) debido a que Pignanelli había viajado a Washington para presentar al organismo un plan que incluía la apertura del corralito y el canje compulsivo de bonos.
Después se pelearon por el momento para abrir el corralito. El ministro de Economía dilató esa medida, que era empujada por los hombres del BCRA y, en cambio, privilegió la liberación de los depósitos hasta 10 mil pesos en el corralón. Se tomó su tiempo y en el aniversario de su instauración, finalmente eliminó las restricciones sobre el movimiento de fondos depositado en cuentas a la vista.
Pero no terminaba de disfrutar de ese momento, cuando trascendió la información de que la Corte Suprema de Justicia estaba por fallar a favor de una redolarización de los depósitos. Ni lerdo ni perezoso, Pignanelli dijo que la decisión sería caótica pero de inmediato aseguró que la situación se podría afrontar si se emitía un bono compulsivo para canjear los depósitos a los ahorristas, respetando el valor dólar.
Lavagna vio en esa avanzada, que llegó a afectar la cotización del dólar, la mano de Pignanelli y, más lejos aún, una operación vinculada al menemismo para desplazarlo. Entonces empezó a operar en dos frentes. Públicamente cargó contra los que "agitaban" el tema del fallo del máximo tribunal como un camino para imponer los bonos compulsivos. En privado, apostó a dilatar esa sentencia.
Curiosamente, uno de los ministros que integraban la coalición dolarizadora, Carlos Fayt, se excusó de intervenir en temas relacionados con las restricciones financieras luego de que se filtrara su fallo y trascendiera que él mismo era un inversor acorralado.
Con este dato, Lavagna pasó a la ofensiva. Por si esto fuera poco, terminó de redactar una nueva carta de intención para girarle al Fondo Monetario Internacional (FMI), que se cuidó de alejar de las manos de Pignanelli.
A esta pelea se sumó otro confuso ingrediente, que pasaría por la preocupación de Pignanelli frente a una investigación en torno a la supuesta utilización de fondos del organismo para financiar la campaña presidencial de José Manuel de la Sota.
Según trascendió, en este enrarecido clima político también se habría desatado una pelea entre directores del Central por la supuesta existencia de escuchas telefónicas ilegales que afectan a funcionarios de la autoridad financiera.



Pignanelli acusó a Lavagna de montar operaciones.
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