Caracas. - Una huelga general indefinida paralizó ayer parcialmente las actividades diarias de los venezolanos, con el fin de presionar al presidente Hugo Chávez para que se someta a una consulta electoral anticipada. El presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, Carlos Ortega, confirmó que "se da por sentado" que la medida de fuerza va a extenderse, en respuesta a arrestos e "intimidaciones" gubernamentales, y después de asegurar que el paro cívico ha resultado "todo un éxito". Agregó que por "razones de estrategia no se dará a conocer la fecha de finalización" de la huelga. Mientras, el presidente de la empresarial Fedecámaras, Carlos Fernández, denunció que representantes del gobierno intimidaron a los comerciantes a no acatar la huelga. Según la oposición hubo un 80% de acatamiento, pero para el gobierno se trató de una protesta patronal que no afectó al sector productivo.
"Rechazamos categóricamente acciones de esta naturaleza cuando estamos llevando un paro cívico nacional enmarcado dentro del derecho que nos dan la Constitución y las leyes, por lo tanto llamamos al pueblo de Venezuela a que mantenga la calma y permanezca en sus casas, que sea una jornada de calles desiertas para no caer en provocaciones por parte de estos grupos cercanos al gobierno", señaló Fernández.
Por su parte, Ortega amenazó con llamar a los ciudadanos a tomar las calles si continúan las detenciones de dirigentes políticos opositores y empleados de empresas del Estado que desean unirse a la huelga. Al menos siete detenciones se registraron en la jornada de ayer. Al gerente de Recursos Humanos de la gigantesca refinería El Palito, Gualberto Bello, se lo acusó de incitar al paro "provocando el terror en los empleados de la planta", y al diputado Luis Tascón de que estaría lanzando tachuelas en las calles de San Cristóbal para impedir la circulación de los vehículos. Tascón fue duramente golpeado, según denunció la oposición.
La huelga general fue convocada por empresarios, sindicalistas y la alianza opositora Coordinadora Democrática, en un esfuerzo por lograr un adelanto de las elecciones. El paro comenzó temprano con el sector comercial paralizando gran parte de sus actividades y las calles con menos tránsito de lo normal, a pesar de que el transporte funcionó parcialmente. En la céntrica avenida Bolívar, el gobierno organizó un "gran mercado popular", con asistencia masiva, en el que se ofrecía descuento en alimentos básicos. El general del ejército Jorge García Carneiro, jefe de la guarnición de Caracas y encargado del "mercado popular", anunció que antes del mediodía se habían vendido "30 toneladas de verduras".
La acción de fuerza, la cuarta contra Chávez en un año, se convirtió en una guerra de declaraciones entre la oposición y el gobierno, con una parte reclamando el completo éxito de la acción y la otra calificándola como un "total fracaso". Los organizadores calcularon que la paralización alcanzó un promedio nacional del 80% y que se extendió a sectores públicos y privados. Por su parte, el gobierno subrayó que la huelga se limitó a una protesta patronal y acusó a los empresarios de violar el derecho de los trabajadores de acudir a sus labores. La ministra del Trabajo, María Cristina Iglesias, dijo que "las empresas que generan el 80% del Producto Bruto Interno (PBI) del país están trabajando".
Chávez enfrentó una huelga el 10 de diciembre de 2001, otra el 9 de abril pasado, la cual terminó dos días después con una matanza en una marcha opositora y su breve derrocamiento, y una tercera el 21 de octubre, que duró 12 horas.
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La Ciudad
