| | cartas Cobarde agresión
| El sábado 23 del corriente pasado, la sede de las Siervas de María apareció con el frente pintado con aceite quemado color negro, como también la imagen de la Virgen y la vereda. Allí viven religiosas que, me consta, son almas bondadosas dedicadas a la meritoria labor de cuidar enfermos. Se prodigan en su caridad y asistencia de necesitados de pan material y espiritual. No hay dolor que no quieran mitigar, ni hambre que dejen de saciar, dentro de sus limitados presupuestos. De parte de todas las personas que las tratamos solo podemos amarlas y admirarlas por su desprendimiento, su voluntad de servicio y la paz y serenidad que nos brindan. Qué clase de personas pueden tener tan malos sentimientos para tal daño, que implica falta de respeto a una institución, a las personas, a sus creencias, además de violación de principios constitucionales. ¿Hasta cuándo se va a fomentar el odio y la agresión que dividen y anulan, en vez del amor y la comprensión que construye, une y ayuda a superarnos? Así como ayer se atacó a distintas instituciones, hoy le toca a la Iglesia. Pero no confundamos: una golondrina no hace verano. Sepamos distinguir: Siervas de María no merecían esa cobarde agresión nocturna. Nelly E. Diéguez
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