Año CXXXVI
 Nº 49.681
Rosario,
martes  03 de
diciembre de 2002
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El Rey Independiente ahora quiere recordar sus copas

Independiente consiguió el tan ansiado título de campeón argentino después de ocho temporadas y media y, una vez que concluyan los merecidos brindis por la meta alcanzada, enfrentará el desafío de mantener el plantel con vistas a la prosecución lógica de este flamante ciclo, que será la Copa Libertadores 2004.
Por imperio de la forma de disputa de los torneos locales y el cronograma de las competencias en América (a diferencia del argentino coincide con el año calendario), el éxito de Independiente en el Apertura 2002 le permitirá jugar recién la edición 2004 del más importante certamen de clubes del continente.
Y la Copa Libertadores, que lo tiene como su máximo ganador con 7 conquistas, podrá recibir a un grupo de futbolistas diferente respecto del que se conformó a mediados del corriente para acabar con ocho años de frustraciones a nivel local.
La mayoría de los nombres que arribaron a la entidad de Avellaneda y que integraron el equipo base de Américo Gallego fueron acercados por el empresario Daniel Grinbank, quien como hombre de negocios buscará sacar rédito de las inversiones ante el muy buen nivel mostrado en el Apertura por esos jugadores.
Por eso, de ahora en más deberá aparecer en escena el flamante presidente rojo, Andrés Ducatenzeiler, para hacer todo el esfuerzo posible para conservar el plantel de cara a la participación en la Libertadores.
El dirigente, hombre muy cercano a Daniel Grinbank, pasó en tres años dentro de Independiente de ser secretario administrativo a secretario general y, luego, nada menos que titular de la institución, respaldado por el apoyo masivo de los socios en las elecciones de hace una semana.
Será difícil negarse a las jugosas ofertas en dólares, frente a una economía devaluada, que llegarán pronto por las figuras de Independiente y, en el peor de los casos, habrá que encontrar reemplazantes del mismo nivel de los que se vayan.
Como ya fuera expuesto, la falta de referencias que Independiente brindó a las defensas rivales fue la clave para marcar diferencias en el aspecto ofensivo: un solo delantero (Andrés Silvera) y volantes y zagueros que llegan al gol (Lucas Pusineri, Federico Insua, Daniel Montenegro, Juan José Serrizuela y Federico Domínguez, por caso) le permitieron sorprender.
Ultimo en el Clausura pasado, este Rojo festivo se diseñó con el fin de asegurarse la permanencia en primera división (el conjunto comenzó la temporada en puesto de promoción) y es oportuno recordar cómo arribó el club a este presente de gloria en el fútbol profesional.
Dejado atrás el fracaso de Osvaldo Piazza, el 21 de junio de 2001 la comisión directiva eligió a Jorge Solari como entrenador, pero luego de episodios muy confusos desatados una vez conocido el nombre del técnico, una fuerte corriente interna impuso el de Enzo Trossero.
Tres días después el Vikingo suscribió contrato con el club hasta diciembre de 2002, pero el convencimiento de los influyentes dirigentes que propiciaron el cambio en la votación se derrumbó cuando el ex técnico del seleccionado suizo renunció el 6 de diciembre de ese año, debido a los malos resultados.
Llegó entonces la dupla conformada por Néstor Clausen (por entonces entrenador de la reserva y la cuarta división) y Ricardo Bochini (ex manager del fútbol profesional y coordinador general de las categorías juveniles), pero el particular carácter del Bocha, que adujo disparidad de criterios con su compañero de fórmula, dejó al Negro solo al frente del equipo en apenas un mes.
Un festejadísimo triunfo ante Racing en el Cilindro (2-1) no alcanzó para torcer la salida del ex marcador lateral derecho de la dirección técnica y el Independiente austero dio paso a la gestación del destacado presente con la contratación de Gallego.
Con las ventas a Inglaterra de Diego Forlán (a Manchester United) y Matías Vuoso (a Manchester City), la entidad dispuso de dinero fresco y en dólares para responder a las exigencias del Tolo y de un exiguo promedio para el descenso.
Así se llegó al plantel que fue campeón, archivando momentáneamente los 33.196.677 pesos que arrojó la Memoria y balance de diciembre de 2001, para concretar la conservación de la categoría y de la manera más concluyente, con el título bajo el brazo.
Ahora es el momento de planificar la pretemporada 2003 para tratar de ratificar el reciente éxito (Gallego ya dijo que quiere quedarse en el Rojo) y hacer lo imposible por sostener la calidad del plantel, de tal forma que a la Libertadores no le falte su Rey y propender a que, además, el monarca esté capacitado para volver a lucir la corona. (Télam)



El Tolo Gallego sacó pecho tras el título del Apertura.
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