Año CXXXVI
 Nº 49.679
Rosario,
domingo  01 de
diciembre de 2002
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Publican textos inéditos de Aldo Oliva
El regreso de un poeta que ardía en las palabras
"Una Batalla" recopila valioso material desconocido del escritor

Osvaldo Aguirre / La Capital

La obra de Aldo Oliva todavía no ha recibido el reconocimiento que merece. En esa desconsideración incide la escasa circulación de sus textos. Su primer libro, "Cesar en Dyrrachium" (1986), es inhallable. El segundo, "De Fascinatione" (1998), fue editado en México y apenas llegaron escasos ejemplares a la Argentina. Por último, "Ese General Belgrano y otros poemas" (2000) apareció en una edición reducida. En tal marco cobra importancia la publicación de "Una Batalla", título que reúne su poesía inédita.
Oliva nació en 1927 en una casa del barrio de los studs, cerca del Parque Independencia, la misma donde murió en octubre de 2000. El hecho de que hubiera publicado su primer libro a los 59 años aún causa extrañeza. "Pasaron muchos años sin que se me atravesara la loca idea de publicar. Escribía de vez en cuando y se lo mostraba a algunos amigos", dijo al respecto.
Mientras esa "loca idea" no le preocupaba, Oliva se convirtió en uno de los protagonistas de la vida literaria de Rosario. El bar Ehret fue uno de los escenarios de esa historia aún oculta, donde compartía largas veladas con otros escritores. A fines de la década del 50 comenzó a militar en el Movimiento de Liberación Nacional, un grupo que reunía a intelectuales de izquierda y donde conoció a David Viñas. Por la misma época integró el grupo editor de "El arremangado brazo", revista de vida efímera que vino a descubrir la marginalidad en Rosario, con notas sobre Villa Manuelita y los recolectores de basura.
A la vez fue maestro rural y se ganó la vida dando cursos sobre Hegel y Marx, con tanto suceso que, decía, "llegué a tener una facultad propia". En 1976 escribió un trabajo sobre Joaquín Penina, el anarquista muerto por la policía en 1930 en las barrancas del Saladillo, que fue editado por la Biblioteca Vigil en la colección Apuntes y cuyos cinco mil ejemplares fueron quemados por la intervención militar-policial que se propuso arrasar una de las experiencias culturales más importantes de la historia de Rosario.
En la época de la dictadura se exilió durante unos meses en Barcelona y al regreso comenzó a dar clases en la Escuela de Letras de la Universidad Nacional de Rosario, de la que fue también director. Los programas de literatura europea de Oliva iban desde Dante Alighieri y el Dolce Stil Novo hasta Franz Kafka: un recorrido desmesurado que sólo él era capaz de atravesar. La poesía francesa del siglo XIX era el centro de su reflexión, y de su pasión por la poesía.

Tradición y ruptura
"Una Batalla", primer título del sello Aldebarán, presenta dos series de textos. Por un lado, poemas escritos entre 1978 y 2000, que en su mayoría forman parte de los procesos de elaboración de los libros anteriores y no fueron publicados por razones no determinadas; luego sigue "Satura", colección de dieciocho textos escritos entre julio y octubre de 2000, que surgieron del proyecto de abordar el problema de la imagen poética y a la vez reescribir la égloga IV de "De rerum natura", de Lucano. La edición fue anotada minuciosamente por Roberto García, quien además propone interpretaciones y relaciones con otros pasajes de la obra y transcribe las versiones previas y las variantes que Oliva descartó, lo que permite observar su trabajo de escritura.
Según García, la obra de Oliva surgió en una tensión permanente con la dificultad de las empresas que se proponía. Eran proyectos que anunciaba en las mesas de los bares vecinos a la Facultad de Humanidades de Rosario y que permanecían en cierta indefinición. La mayoría de los poemas que escribió en su última etapa aparecieron mientras demoraba o quizá fracasaba en el intento de concretar aquellas aspiraciones. Esta circunstancia se aprecia sobre todo en "Satura", poemas que no hablan tanto de la imagen poética, según hubiera querido el autor, como de la muerte, contemplada desde su propio umbral.
La singularidad de Oliva surge del peso que le asigna a la tradición y de su registro lingüístico, que trama neologismos, voces raras y términos de un dominio tan amplio que abarca desde el tango a la filosofía antigua. El oxímoron es eje de su retórica, en tanto manifiesta "la contraposición suprema que urde la vida/ ardiendo en la palabra". La elevación y la caída, la luz y la oscuridad, el nacimiento y la muerte, resultan indisociables y su valoración cambia de sentido: la iluminación poética se encuentra aquí en el abismo del ser. La palabra muerte "hace emerger/ una vivacidad estremeciente que la niega,/ una alteración tremebunda de sentido,/ una translación en la forma de su esencia" y está ligada a la posibilidad de saber y de elevarse: "vendrá la muerte y su expansiva altura".
Este movimiento alcanza su culminación en "Sueño de navegación", su último poema, donde el yo que habla termina por verse como otro, se mira en el instante en que desaparece, es testigo de su propio fin. "Sientan el temblor de la vibración/ del nacimiento, la saturación/ del ser en breves orbes antagónicos", dice entonces Oliva, como si hubiera previsto este retorno de sus poemas, y con ellos de su voz, más allá de la muerte.



"Pasaron muchos años sin la loca idea de publicar".
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