Javier Parenti / La Capital
Vale poco. Porque fue de local, porque el rival no lo complicó y porque no sirvió para descontarles puntos a ninguno de los rivales en la lucha por no descender, ya que Atlanta y Flandria también empataron. Pero vale. Y hay que entender que es así. Al menos, la realidad de hoy es esta. No queda otra que sumar, aunque sea de a un puntito. Como lo hizo Argentino con el pobre 0 a 0 ante Estudiantes.
Consuelo de pobre que le dicen. Pero... La realidad del fútbol de los salaítos demuestra que Taffarel tiene un equipo con escaso vuelo futbolístico y por eso debe pelear los partidos al máximo para sumar. Entonces privilegia lo defensivo, el no cometer errores abajo y esperar el momento oportuno para pegar arriba. Algo que ayer no consiguió porque depende demasiado de Mario Pierani y el goleador del equipo no tuvo una tarde inspirada.
Pero nadie la tuvo porque el partido fue para olvidar rápido. Y la lluvia borró fácilmente lo poco que se dibujó en el campo de juego del Olaeta.
Claro, si con un par de gotas bastaban. El cabezazo de Evangelista a los 3' y una buena gambeta de García mal terminada en el área a los 35' por el lado de los locales. Y un tirito desde lejos de Adrián Guillermo a las manos de Cáceres. Lo único del primer tiempo.
Y del segundo peor. Otro tirito del ex delantero de Boca y la única chance concreta del partido cuando a los 20' Ruffa combinó con García y de contraataque Pierani se fue solo, sin levantar la cabeza, y por eso remató afuera, sin avivarse de que por el sector opuesto estaba solo Laviano.
Sí, nada más de acción. Aunque en esta parte los dueños de casa se mostraron mejor que Estudiantes, que sólo apostó a aguantar y esperar que pasen los minutos para llevarse el 0 a 0 que vino a buscar.
Por eso en los apuntes resaltan más la caída del árbitro Alejandro Sabino al chocar con Raschetti (iban 87') o el ingreso al campo de juego de un perrito blanco (13') o la invasión de cancha por parte de los hinchas de Estudiantes para llevarse de trofeo camisetas, pantaloncitos o medias.
Y así se fue otra presentación salaíta que dejó gusto a poco. Sólo el derroche de energías de Cristián Vella y Juan Pablo Ruffa, y el punto que sólo sirvió para sumar. Porque no sirvió para descontar puntos con los rivales en la pelea por no descender, porque fue en su casa y porque si bien no sufrió cerca de su arco tampoco desplegó un juego que dejara lugar para ilusionar. Por eso fue un puntito.
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La Ciudad
