Sergio Faletto / La Capital
Ramiro Fassi todavía convive con la ansiedad. Exhibe con sus gestos el esfuerzo que está realizando para saber de qué se trata todo esto del fútbol de primera división. El Colorado debutó en Central y cumplió con creces. Pero ya tiene en claro que lo que viene aún es mucho más complicado que los noventa minutos ante Banfield.
-¿Cómo estás después de 24 horas de haber jugado tu primer partido en primera?
-Todavía con mucha emoción. Con gran alegría por haber visto a mi familia tan feliz como yo. Y con enorme gratitud a mis compañeros y al cuerpo técnico porque me han dado un importante respaldo.
-¿Cuáles son las diferencias que notaste entre jugar en primera y la cuarta división?
-Y son muchas. En la primera el margen de error es cero, el ritmo es mucho más vertiginoso y el juego táctico es más acentuado. Es difícil porque tiene más complicaciones, pero considero que la adaptación se logra jugando y ojalá que pueda conseguirlo.
-Sin dudas que la cantidad de público también al ser superior incide.
-Totalmente. Uno estaba acostumbrado a jugar con menos gente, mientras que en el Gigante siempre estuve sentado en la platea, pero cuando entrás y ves a tantos hinchas alentando el piso es como que se mueve.
-¿Estás conforme con tu actuación?
-Por mi temperamento siempre quiero jugar mejor, si bien me felicitaron y las críticas fueron buenas, espero que en la próxima ocasión pueda rendir en un nivel superior.
-¿Te ayudaron tus compañeros durante el partido?
-Sí, la verdad que este grupo es bárbaro porque está integrado por muy buena gente. Me alentaron siempre, y por las posiciones en el campo quienes más me orientaron fueron el Cata y Daniel Quinteros, pero en realidad todos colaboraron para que juegue con tranquilidad.
-¿Qué te dijo Russo antes de entrar?
-Que vaya sobre el hombre que venía por mi sector, que lo marque bien, que tratara de anularlo y que jugara con tranquilidad, sin complicarme. Me brindó todo su apoyo y esta confianza fue determinante, porque uno entra a la cancha con la imperiosa necesidad de no fallarle.
-¿Cómo conviven en una misma persona ese jugador aguerrido, temperamental con este muchacho tímido, casi introvertido?
-Yo cuando entro a la cancha no tengo amigos, sólo existe mi equipo y la pelota, entonces pongo hasta el alma en cada jugada. Además sé que mi juego por ahora no es tan técnico, por eso aporto todas mis energías para disputar una pelota y para marcar. Y esta manera de jugar ya originó que a los compañeros que tuve que marcar en las prácticas me digan que soy insoportable.
-¿Te sentís extraño ahora que ves tu imagen está en la televisión, en los diarios y que te mencionan en las distintas radios?
-Es muy lindo, pero lo vivo con mucha calma porque sé que es difícil mantenerse en primera. Esto de los medios es tan dinámico como el fútbol, así que conservo la tranquilidad.
-Antes de que Russo te convocara a entrenar con la primera, ¿cuándo suponías que jugarías tu primer partido en primera?
-Yo pensaba que como en mi puesto se requiere experiencia, imaginaba que en dos o tres años más. Pero por suerte los tiempos se aceleraron y cuando el técnico el sábado me confirmó que jugaba, no veía la hora de saltar a la cancha.
-Y cuando Madorrán lo terminó también sentiste un alivio impresionante.
-No sabés, respiré hondo y dije «ya está, ya pasó». Ahora sólo pienso en matarme en cada entrenamiento para jugar, porque si bien soy consciente que Central tiene muy buenos jugadores en ese puesto, voy a dejar todo para tratar de estar siempre.
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