Año CXXXVI
 Nº 49.674
Rosario,
martes  26 de
noviembre de 2002
Min 21º
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Teatro / Crítica
"Copenhague": Un teorema sin demostración sobre la actividad científica
La obra "Copenhague" se presentó en una única función en el teatro La Comedia

Rodolfo Bella / La Capital

***
Intérpretes: Alicia Berdaxagar, Alberto Segado y Juan Carlos Gené.
Iluminación: Roberto Traferri.
Versión: Fernando Masllorens y Federico González del Pino.
Dirección: Carlos Gandolfo.
Sala: La Comedia.

"Copenhague" es la conjetura personal del escritor Michael Frayn sobre el encuentro que mantuvieron en 1941 el danés Niels Bohr y el alemán Werner Heisenberg, dos de los científicos que participaron en la investigación sobre la fisión del átomo. Frayn concibió su pieza como una extensa conversación que fluctúa entre la reflexión sobre la naturaleza de la tarea investigativa, la responsabilidad científica y datos técnicos acerca de la fisión nuclear y la mecánica cuántica.
El desarrollo del tema resulta por momentos árido para el lego en física por la reiteración de algunas situaciones que no aportan a la cuestión central, algo que se sintió especialmente en las calurosas dos horas de la función de La Comedia, y que también advirtieron los actores abrigados para el frío polar de Dinamarca.
Frayn construye un personal y por lo tanto arbitrario retrato de los personajes reales, así como lo son también las cuatro posibilidades de respuestas posibles a las razones del encuentro que marcan las partes de la obra. Sin embargo, el modo de abordaje resulta interesante porque en cierto modo el autor reproduce el procedimiento de la investigación científica e introduce al espectador en la discusión sobre la sociología del conocimiento y la responsabilidad de los científicos.
Frayn descompone cada uno de los objetos de su estudio recortados en un momento determinado -Bohr y Heisenberg en esa noche de 1941-, e intenta descubrir los mecanismos que condicionaron el encuentro. Luego de ese desmontaje, investigó sobre la naturaleza de las dos partes -motivaciones, objetivos, celos y la ética que diferenciaba a los dos hombres-, y finalmente, reconstruye la totalidad de su objeto de estudio -el encuentro- proponiendo cuatro hipótesis, pero sin demostración.
El potencial dramático de la situación está dado por un fenómeno que toma su nombre de la física: la paradoja que significó la fisión del átomo y su aplicación y consecuencias sobre el nuevo orden mundial que surgió después de Hiroshima, así como la responsabilidad de los hallazgos científicos.
En ese punto -la referencia a una ética del saber- la discusión que plantea "Copenhague" toma un rumbo diferente, pero no desconocido, y es al servicio de qué o quién están puestos los descubrimientos. La obra recuerda que, en el caso específico de los trabajos sobre la fisión atómica, fue posible generar un tráfico del conocimiento y transformarlo en una mercancía que excede lo razonable, para ponerlo al servicio del poder político y económico de dos facciones como sucedió en la Segunda Guerra Mundial.
En ese sentido, surge otra discusión planteada en "Copenhague" y es la responsabilidad y las intenciones del depositario final del saber. Las especulaciones en ese momento se instalan sobre otro tipo de hipótesis sin demostración y es cuál hubiera sido el orden del mundo en el caso de que el nazismo hubiera obtenido la bomba atómica antes que Estados Unidos.



Segado, Gené y Berdaxagar en un sobrió trabajo actoral.
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