Hans Dahne
El nuevo atentado suicida ensombreció el comienzo de la campaña electoral israelí para las elecciones del 28 de enero. Un día antes del ataque, Amram Mitzna fue elegido candidato del opositor Partido Laborista. Al contrario del primer ministro israelí, Ariel Sharon, Mitzna dijo a los palestinos que podían contar con una pronta retirada del ejército israelí de la franja de Gaza y una solución pacífica del conflicto en caso de ganar él. Los partidarios de la paz en Israel habían albergado nuevas esperanzas ante el ascenso de Mitzna. Pero a esas declaraciones le siguió la sangrienta respuesta de los militantes palestinos. Según un nuevo estudio, ya son 500.000 los israelíes -casi un 10% de la población- los que sufren trastornos postraumáticos. El portavoz del movimiento radical islámico Hamas, Abdel Asis Rantisi, opinó tras el ataque terrorista en Jerusalén que las protestas israelíes no tienen sentido. Rantisi habla de "operaciones" para referirse a los atentados terroristas suicidas. De esta manera, quieren obligar a los políticos israelíes a retirarse de los territorios palestinos, dijo. En la lógica de Hamas, Rantisi llamó a continuar con los atentados suicidas, porque Israel también sigue adelante con sus "crímenes" contra los palestinos. Pero en vez de la reclamada retirada del ejército israelí, los palestinos se enfrentaban, pocas horas después del atentado terrorista, a una nueva operación militar israelí en Belén, de donde provenía el agresor suicida. El 19 de agosto soldados y tanques israelíes se habían retirado de la ciudad tras meses de dura ocupación. (DPA)
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