París. - La carrera de Saddam Hussein es un reguero de sangre, represión y, sobre todo, ceguera diplomática: de haber sido uno de los pocos dirigentes gratos a la vez a la Unión Soviética y EEUU, el fin de la Guerra Fría y sus arrebatos le han convertido en carne de cañón de la nueva guerra contra el terrorismo. En 22 años, el presidente iraquí ha pasado de obtener un apoyo unánime de las superpotencias y los países árabes en la guerra contra la recién nacida república islámica de Irán a convertirse en el enemigo público número dos, precedido en la lista sólo por Osama Bin Laden. En la guerra contra Irán (1980-1988), "salió a relucir la impericia militar de Saddam como comandante en jefe, que había comenzado el conflicto sin tener una idea clara de cómo terminarlo, tendía a sobrevalorar sus fuerzas, era rígido en su táctica y un pésimo planificador". "Ante los reveses en el frente mandaba fusilar a los generales. Si en el bando iraní el acicate de la combatividad era la religión, en el iraquí pesaba más el miedo a Saddam", explica el Centro de Relaciones Internacionales y Cooperación Internacional (Cidob) de Barcelona. En aquel conflicto, Saddam recurrió a los ilegales gases mostaza y sarín, como haría más tarde contra aldeas kurdas del norte del país. Si el error de cálculo de Saddam en la guerra contra Irán le fue perdonado por el temor que suscitaba el Irán revolucionario, su siguiente paso expansionista, la invasión de Kuwait (agosto de 1990), lo condenó al ostracismo.Saddam lanzó la operación tan sólo dos años después del fin de la guerra con Irán, en la que murieron entre 200.000 y 300.000 iraquíes y que supuso un endeudamiento gigantesco para alimentar la maquinaria de guerra. Desde entonces, el régimen del presidente iraquí ha vivido 10 años de prestado, teniendo en cuenta que a principios de 1991 las tropas de la coalición internacional detuvieron su avance a las puertas de Bagdad. Puede que Saddam viva alejado del mundo, protegido por el clan de Tikrit, ciudad de donde es originario como otro líder árabe, Saladino, que arrebató Jerusalén a los cruzados en el siglo XII.El presidente francés Jacques Chirac, afirma: "Se tiene la sensación de que Saddam Hussein está aislado y de que no le llega la información". Saddam y el clan de Tikrit, que copa todos los puestos de responsabilidad, son sunnitas, como el 17% de la población. Una minoría, comparada con sos shiítas, el 55%, y los kurdos, el 22%. A lo largo de sus 33 años en el poder (accedió en 1979 tras "jubilar" al anterior jefe de Estado, el general Ahmad al Bakr), Saddam, de quien se dice que está obsesionado con la higiene personal hasta lo enfermizo, ha tomado represalias y pasado por las armas a comunistas, kurdos, nasseristas, shiítas, e incluso a quienes consideraba disidentes de su partido, el socialista árabe Baas, hermano del sirio de igual nombre. "Cientos de personas, entre ellas presos políticos y posiblemente presos de conciencia, fueron ejecutados. Cientos de opositores políticos, incluidos oficiales del ejército sospechosos de querer derrocar al gobierno, fueron arrestados y su destino y paradero siguen siendo desconocidos", afirmaba el informe 2001 de Amnistía Internacional. "La tortura y los malos tratos se extendieron, incluyendo decapitaciones y según se dice se introdujo la amputación de la lengua como castigo corporal", agrega el texto. A estos sufrimientos de una población exhausta hay que sumar los derivados del embargo internacional impuesto al régimen, que ha enriquecido a la nomenclatura gracias al dinero del contrabando de productos petrolíferos hacia los países del Golfo, Irán y Turquía. "Las sanciones equivocaron su blanco", resumió Hans von Sponeck, ex coordinador humanitario de la ONU en Irak, que renunció para protestar por el embargo. En cuanto a sus supuestos aliados árabes, a quien Irak reclama que ataquen "los intereses materiales y humanos" de EEUU en caso de intervención, no han tenido nunca relaciones fáciles con el régimen de Saddam. Casi todos ellos apoyaron a la coalición internacional que atacó Irak en 1991, y además los episodios de unidad en el mundo árabe son escasos. (AFP)
| El pintor Salam Abid exhibe cuadros de Saddam Hussein. | | Ampliar Foto | | |
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