 |  | cartas La Suprema Corte
 | Desde su majestuoso estrado, los señores ministros de la Suprema Corte contemplan impávidos e indiferentes cómo la República se precipita cada vez más aceleradamente hacia una situación de caos y anarquía, avalando con su silencio las reiteradas violaciones a nuestra Carta Magna por parte de los otros dos poderes del Estado, asociados en esta conspiración con los partidos políticos, los sindicatos y los medios televisivos. Así, asistimos al espantoso aquelarre donde esta conjunción de personajes planea y ejecuta todas las acciones necesarias para desguazar el país, comenzando con la destrucción de la Iglesia y las Fuerzas Armadas, que nacieron con la Patria, y reduciendo los gastos en Salud y Educación a niveles paupérrimos. Los jueces que integran nuestra Corte Suprema son personas inteligentes y capaces en su profesión, méritos éstos que no son avalados por una correcta interpretación o simplemente por el desconocimiento de las leyes no escritas de la ética, que no es ni más ni menos que la filosofía de la moral. Por lo tanto, deben asumir que fatalmente llegará un día en el cual se acabarán los fallos parciales, los favores a los amigos, el contubernio político, el silencio cómplice y las canonjias propias de su alta investidura. Entonces puede ser que algún juez probo, que hay, y muchos, decida en fallo ejemplar que estos magistrados pasen a deliberar en algún lugar menos confortable que el que disfrutan actualmente. En nuestra imprevisible Argentina, todo puede pasar. Walter Magnoni
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