Año CXXXV
 Nº 49.662
Rosario,
jueves  14 de
noviembre de 2002
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Reflexiones
El juicio a la corte

Carlos Alberto Castellani (*)

El juicio a la Corte Suprema de la Nación y su resultado han generado muchas opiniones, enojos y acusaciones. Si tuviera que volver a votar, lo haría en el mismo sentido: en contra del juicio a la totalidad de los miembros, tranquilamente, a conciencia. Fue un error político enjuiciar a todos a la vez. Es como enjuiciar al Poder Judicial, un poder de la democracia, igual que el Ejecutivo y el Legislativo. Seguramente, algún juez sea juzgado y hasta destituido, pero el camino que se eligió fue vergonzoso, a todas luces teñido de oportunismo político.
Primero, cuando Duhalde y su gente fogonearon el juicio, consultando las encuestas, lo hicieron para decir: tenemos un chivo expiatorio de todos los males del país, acusamos a la Corte en pleno y nos salvamos todos. Se sumaron también Carrió y Zamora, siempre listos para denunciar, atacar y destruir. Es la única forma que tienen para crecer, como la usaron antes, Chacho Alvarez, Fernández Meijide, Ibarra. Cuando la comisión terminó su dictamen y la gente de Duhalde cambió su posición, no se la trajo al recinto por falta de quórum durante seis semanas, en una clara muestra de que la democracia me gusta y sirve cuando gano las posiciones, de otra forma, si pierdo, no me sirve, no es buena.
Aunque hubiera estado solo entre los 257 diputados, hubiera votado siempre como lo hice, porque no cambio mi posición según las encuestas -a veces engañosas- que se le hacen a la gente, de si prefieren esta u otra posición. No votaré nunca demagógicamente para agradar a algunos sectores, sino según mis convicciones, porque fui elegido diputado para defenderlas y no ceder a las presiones o buscar culpables de todo.
Volvería a votar de la misma manera y no me importa si muchas personas, entre ellas algunos periodistas, mañana no me votan. Prefiero ser transparente y no cambiar mi forma de pensar, aunque a algunos hombres de prensa esta actitud los enoje y la conviertan luego en el centro de la escena, para manipular la opinión pública, como si fueran dueños ellos de la única verdad revelada. Autoritaria, groseramente.
Procedí de esta misma manera cuando fuimos sólo siete los diputados que votamos a favor del ingreso del general Bussi a la Cámara baja, sin conocerlo, ni tener ningún interés personal, ni formar parte de ninguna alianza política. También dije en esa oportunidad por qué lo hice: debieran haberlo impugnado cuando era candidato y no desconocer la voluntad de 90.000 personas que lo votaron. Aún hoy pienso de esa misma manera y volvería a tomar la misma decisión.
Curiosamente, esa fue la otra única oportunidad -en mis casi tres años de legislador- en que dos periodistas que trabajan en el mismo multimedio de nuestra ciudad me llamaron. No tengo ninguna duda de que querían perjudicarme, por no ser de izquierda, "progresista" o probablemente comunista. Parece que ese es mi pecado.
En todo este tiempo encaré mi tarea como diputado sin traicionar mis ideas. Soy uno de los legisladores con asistencia casi perfecta en todas las sesiones. Presenté numerosos proyectos, como el que obliga a todos los vehículos a circular con las luces bajas encendidas (con el objetivo de disminuir los accidentes de tránsito), las partidas de dinero que el Instituto Maiztegui necesitaba para no interrumpir la producción de vacunas contra la fiebre hemorrágica, la regionalización del país, la "convocatoria de acreedores" para las municipalidades y comunas (como un modo de otorgarles un instrumento de ayuda financiera), la no reelección de diputados y senadores por más de un período (para que no se perpetúen en el poder), la eliminación de los aportes del tesoro nacional (ATN) y su reemplazo por un sistema de reintegro del IVA a las municipalidades y comunas de todo el país (para que las mismas tengan un mayor ingreso de dinero, equitativo y transparente). Proyectos que por supuesto nunca difundieron.
Entregamos ex terrenos ferroviarios a municipalidades y comunas, que serán utilizados en beneficio de la comunidad. Siempre bregué a favor de la producción, del campo y de la industria, defendiendo la actividad privada, que es la única fuente generadora de riqueza y empleo. Pero nada de esto mereció ni un solo llamado de estos periodistas, a la radio o a la TV donde trabajan. Sólo esas dos cuestiones opinables, controvertidas, parecieron interesarles. Les respondo: estoy contento de no ser resentido. Prefiero gastar mis energías en buscar soluciones, en pensar qué es lo que vamos a hacer de aquí en adelante para estar mejor y trabajar para lograrlo, en lugar de acusaciones intencionadas, que no conducen a nada.
Me eligieron presidente nacional de la Ucedé en mayo del 2000. Fui reelecto en agosto de este año hasta diciembre del 2004. Defiendo el capitalismo, que le dio éxito a Occidente, generando desarrollo y un mayor bienestar que otros sistemas, porque combate la pobreza y la desocupación, con mayor seguridad, salud, educación y orden en la sociedad. Estoy convencido de que es el mejor camino. ¿Esto les molesta?
La democracia nos permite discutir, disentir, acordar, pero respetando las ideas del otro. Hay que tener honestidad intelectual, para no vivir observando la "paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio". Por eso escribí estas líneas, para mostrarme como soy, convencido de que otras personas, aunque no puedan expresarlo, piensan como yo.
(*) Diputado de la Nación y presidente de la Ucedé nacional



La Corte Suprema de la Nación.
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