"K-19. The Widowmaker" propone una película sobre la guerra fría distinta, hecha en Hollywood pero con un submarino y personajes rusos. El filme que se estrena hoy en Rosario se basa en un hecho real que la historia de la ex Unión Soviética quiso ocultar. La película está interpretada por Harrison Ford, quien cobró 25 millones de dólares por este papel, y Liam Neeson, dirigidos por una mujer, Kathryn Bigelow.
El K19 era un submarino nuclear ruso que fue enviado a patrullar cerca de la costa estadounidense en 1961. Lo hizo en respuesta a una misión norteamericana, que había destinado cuatro submarinos a las costas rusas. El K-19 asumió la tarea pero, en realidad, no estaba preparado para eso.
La preparación del submarino ruso estaba bajo el cuidado del oficial Mikhail Polenin (Liam Neeson), quien sabía que la embarcación necesitaba más tiempo para hacerse al mar. Sin embargo, las autoridades de su país no lo escucharon y lo desplazaron del mando al enviar a Alexei Vostrikov (Harrison Ford), quien cumplió con las exigencias y puso a la nave rumbo a su destino, contando a Polenin como segundo por su conocimiento de la embarcación y la tripulación.
Vostrikov somete a la tripulación a duras pruebas de entrenamiento y se encuentra de pronto con un gran problema: el reactor se está fundiendo y puede provocar una explosión nuclear cerca de Estados Unidos. El hecho desencadenaría, sin duda, una respuesta. Esa respuesta sería nada menos que la Tercera Guerra Mundial.
Interés dramático
"La historia tenía todos los elementos para una película dramática", dijo la directora del filme, Kathryn Bigelow, al asegurar que los marinos rusos sabían que se enfrentaban a la muerte y tomaron una decisión que en su país no fue valorada.
"Los rusos siempre han sido retratados como los malos, pero estos hombres fueron en realidad héroes", dijo la realizadora, quien viajó a Rusia para entrevistarse con los sobrevivientes del K19.
El submarino también sobrevivió a su historia, aunque esa aventura fue la primera de una larga carrera de frustraciones que incluyó un choque con otro submarino y un incendió. El K19 está hoy en un cementerio de naves rusas, roto y contaminado y, según un productor de la película, "ni siquiera Hollywood podía rescatarlo", aunque sí crear una copia perfecta, incluso sin salir de los Estados Unidos.
El K19 que se ve en la película es, en realidad, un pequeño submarino ruso que la producción del filme compró en Florida, donde la nave estaba en una exposición. De allí la llevaron a Canadá, donde se rodó buena parte de la película.
El resto de la flota, en total 20 naves, también recibió atención especial. Por ejemplo, un submarino y un barco canadienses se transformaron en un submarino ruso y un destroyer estadounidense, respectivamente.
A pesar de tanto cuidado, los sobrevivientes reales del K19 cuestionaron el filme. "Sólo dos cosas en el filme son reales: la primera es la botella de champagne que no se rompió cuando se botó el K19. La segunda, que hubo un accidente con el reactor", dijo Valentin Shabanov, uno de los sobrevivientes del hecho, que hoy tiene 62 años. Y con buen humor agregó: "El resto de la historia son cuentos del Tío Sam, aunque Harrison Ford actúe realmente bien".
Sin embargo, la directora, los productores y Harrison Ford sostienen que "K19. The Widowmaker" es una mirada imparcial. "Nuestra película examina el heroísmo, el valor y la audacia de los marineros de los submarinos soviéticos de una forma nunca antes vista. Es un relato fascinante de personas comunes y corrientes que se enfrentan a situaciones trágicas. Capturar la nobleza de su sacrificio fue el primer motivo de todos lo que participaron en la realización de esta cinta", dijo la realizadora.
Un relato imparcial
Para Harrison Ford fue la imparcialidad del relato lo que lo atrajo al proyecto. "No hay buenos contra malos en esta historia, ni implicaciones políticas. Nuestra meta fue que los espectadores conocieran y comprendieran a los marinos que formaban parte del K-19. Como en todo grupo, había todo tipo de personas a bordo. Pero cuando vivieron la amenaza de una situación terrible, se unieron con un comportamiento heroico y abnegado. Cuando llegó el momento, ellos cumplieron con su deber", dijo el actor.
"Me gusta ser fuerte, me gusta correr riesgos", sostuvo la director, quien fue pareja de James Cameron, el director de "Terminator" y "Titanic". Y en este filme el riesgo mayor quizá no sea dirigir actores multimillonarios ni una mega producción sino algo menos tangible: la interpretación de la historia. Según la realizadora, una de sus aspiraciones para el filme era cambiar la mirada histórica sobre el asunto del K19.
"Es comprensible que el régimen comunista no considerase un momento glorioso en su historia el asunto del K19 y que no reconociera el heroísmo de un grupo de hombres y lo clasificaran sólo como un accidente. Espero que me película cambie eso", dijo Bigelow poco antes del estreno del filme en Estados Unidos.
En el otro extremo están las declaraciones de un hombre que vivió la tragedia y califica a la película como un cuento más del prolífico Tío Sam. A partir de hoy, el público local podrá decidir quién tiene la razón, si el hombre que pasó por la experiencia o la imaginación inagotable y mimética de Hollywood.