Año CXXXV
 Nº 49.662
Rosario,
jueves  14 de
noviembre de 2002
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VIOLENTA INTERVENCION
Se complica el policía que baleó a un estudiante

La investigación de las graves lesiones que recibió un estudiante universitario baleado por un policía del Comando Radioeléctrico en un arriesgado procedimiento fue derivada desde un juzgado Correccional a uno de Instrucción ante la presunción de que el hecho podría haber sido intencional y no un accidente. El imputado, el oficial ayudante Mario Guillermo Farley, quedó ayer a disposición del juez de Instrucción Nº 7, Eduardo Suárez Romero, quien deberá indagarlo por el caso.
Farley está acusado de haber herido en un brazo al estudiante Mauricio Chumba Aguirre al disparar con una Itaka cuando, a bordo de un patrullero conducido por otro agente, perseguía a dos presuntos asaltantes y habría confundido al muchacho con uno de los sospechosos.
El incidente ocurrió el 7 de septiembre pasado en Mitre y Centeno, cuando el chico se encaminaba a la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (Pellegrini al 1300), donde estudia la carrera de martillero público. Un móvil del Comando apareció en contramano por Centeno, el policía bajó del vehículo y baleó al muchacho con su escopeta.
Ante el reclamo del padre de la víctima y los vecinos que presenciaron el procedimiento, el oficial brindó distintas explicaciones. Respondió que había confundido al muchacho con uno de los sospechosos que buscaba, que se le había escapado el disparo o que el proyectil se disparó solo al cargar el arma.
La investigación del incidente se inició en el juzgado Correccional Nº 8, a cargo de Edgardo Bistoletti, bajo la carátula de lesiones graves culposas. La explicación oficial del episodio, asentada en el primer parte preventivo por el caso, sostiene la versión del disparo accidental por un desperfecto del arma. Pese a ello, los investigadores consideran que al menos existió un accionar "imprudente y ajeno a los deberes de cuidado por parte del policía".
En marzo de 2000, Farley estuvo imputado de los homicidios de Jesús Capitani, de 16 años, y Sergio Callejas, de 17, ocurridos en un paradigmático caso de gatillo fácil. El oficial fue sobreseído al evaluarse que fue un caso de legítima defensa.


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