Año CXXXV
 Nº 49.661
Rosario,
miércoles  13 de
noviembre de 2002
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Graves daños en el campo causó la última tormenta

Gregorio Sogno / La Capital

San Gregorio.- "No quiero ni mirar", expresó impotente Fabián Marteddú al cronista de La Capital al empezar un recorrido por el campo de su padre, donde al menos cincuenta hectáreas sembradas de trigo quedaron destrozadas por la pedrea del fin de semana pasado en el sur provincial. La tormenta arrasó el 90 por ciento de los sembrados en San Gregorio, Diego de Alvear y Christophersen, en la provincia de Santa Fe, e Iriarte y Juan Bautista Alberdi, en Buenos Aires.
Marteddú relató su triste experiencia cuando llegó al campo de su padre Omar tras el vendaval de viento, piedra y agua del viernes pasado. "Nada era igual. Casi una hora después había 20 centímetros de piedra en el camino de entrada del campo y el trigo parecía rastrojo", recordó. Mientras, en otro lote con siembra directa de soja no quedaban vestigios, ni siquiera de los rastrojos.
El campo de los Marteddú, al sur del casco urbano de San Gregorio, fue tal vez el centro del fenómeno meteorológico que durante casi 20 minutos produjo una pedrea jamás vista en la zona, con piedras del tamaño de una naranja de hasta 400 gramos. El meteoro arrasó los sembrados, arrancó plantas, mató animales, perforó mesas y sillas de plástico, rompió vidrios, y aún 48 horas después sus huellas son visibles hasta en el césped.
"Te sentís como un muñeco, nosotros salimos del campo a las 11 de la mañana del viernes para volver a las 14. Dejamos un campo en inmejorables condiciones y al volver nos encontramos con un verdadero desastre", relató Fabián mientras mostraba todavía con asombro las consecuencias de las piedras, muchas de las cuales guardó en un freezer.
Testigo del fenómeno, Oscar Schwab, que trabaja en un campo de la firma Sanz Lafuente -lindero a los Marteddú- no podía salir de su asombro. "Eran como pelotas de tenis que caían y rebotaban hasta seis metros de altura", relató. El hombre lleva muchos años trabajando en el campo y aseguró que nunca vio nada igual.
El viernes pasado, en el casco urbano de San Gregorio, alrededor de las 18.15, el cielo se oscureció de repente y debieron encenderse las farolas del alumbrado público. Después todo fue viento, piedra y agua por algo más de 10 minutos, que alcanzaron para que el pueblo se quedara casi un día entero sin energía eléctrica. Se volaron techos, hubo personas golpeadas, mientras el agua caída (unos 50 milímetros en muy poco tiempo) anegaba las calles.
El trigo, a un mes de la cosecha, con un rendimiento estimado superior a los 30 quintales y el maíz que alcanzaba los 50 centímetros fueron los más perjudicados.


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