Dos generaciones extremas. Una añora tiempos pasados, otra sueña con ser grande. Si bien los abuelos y los niños son distintos, poseen cualidades comunes que los vinculan en afectos inquebrantables. Desde su rol de entidad integradora, Cilsa (Club Integral del Lisiado Santafesino) diseñó el programa "Un niño un abuelo" (Unua), destinado a dar solución a las necesidades de estas dos generaciones azotadas por la discriminación. El programa comenzó a funcionar a mediados de este año en Rosario y apunta a ofrecer un espacio de contención y crecimiento a niños discapacitados o provenientes de familias de escasos recursos, además de generar un marco de participación activa para personas de la tercera edad deseosos de ofrecer sus experiencias. Conjuntamente se establecen vínculos afectivos que facilitan la educación y mejoran la calidad de vida.
En Rosario el programa funciona en el Club Unión y Fuerza del barrio República de la Sexta, de lunes a viernes de 13 a 17. Allí 30 niños, de 6 a 12 años realizan actividades recreativas a cargo de los abuelos y luego toman la leche.
Lazos de afecto
"Hace seis meses que voy al club para estar con los chicos", comenta Ermelinda García, de 75 años quien, a pesar de su trabajo en el Centro de Jubilados La Tablada, sus 24 nietos y 21 bisnietos, se hace un tiempo para compartir con los chicos que participan del Unua.
"El primer día que fui con otro abuelo les cocinamos buñuelos, y les encantaron", recuerda emocionada. Ermelinda es la que acompaña a los chicos mientras toman la leche y además aprovecha para hablar con ellos y aconsejarlos. "Me escuchan y entonces intento decirles qué es lo que más les conviene. Esto me hace sentir útil y que todavía queda mucho por hacer", aseguró una de las primeras integrantes del Unua.
El programa ofrece una oportunidad a los jubilados de actuar como verdaderos abuelos. Como transmisores vivos de la historia, brindan a los chicos trozos de sabiduría en cada conversación y les enseñan con su experiencia. "El programa actúa como un incentivo para las personas mayores, mientras los pequeños disfrutan y los cubren de besos", dijo a La Capital Cristina Cabral, coordinadora del proyecto.
Cuando llegan los abuelos los niños se acercan para escuchar sus historias e introducirse en la fantasía. El proyecto prevé además que los abuelos comanden los talleres de diversas materias, como manualidades y cocina.
En medio de las tareas se unen dos generaciones a través de lazos intensos generados de tarde en tarde. "Los chicos comienzan a cambiar hábitos de conducta por consejo de los abuelos. Por ejemplo -relata Cristina Cabral -, se codean entre ellos susurrando no digas palabrotas que a la abuela no le gusta, así se esfuerzan también por lavarse las manos antes de servirles la leche".
En la "escuelita"
Los niños que participan de Unua "no son de la calle, porque viven con su familia, cirujean con los padres y van a la escuela, en su mayoría asisten a la Escuela Juana Elena Blanco ", aclaró Cabral. El equipo que trabaja con los chicos se integra con una docente que ofrece apoyo escolar, una profesora de educación física y un trabajador social. Allí realizan las tareas escolares y participan de talleres. También reciben la merienda, que preparan personas del barrio, en su mayoría mamás colaboradoras del programa.
La materia prima se obtiene de las donaciones que recibe Cilsa de sus socios. "Cuanto más socios haya se podrán abrir nuevos Unuas. La idea es que haya uno en cada distrito de la ciudad", afirma Cabral.
El programa no se interrumpirá en el verano debido al compromiso de los chicos con la "escuelita", como lo llaman, "y a la necesidad de que le demos la leche", aseguró la coordinadora local.
Niños y abuelos saldrán a la calle este sábado para participar de la marcha de la integración, organizada por Cilsa. Luego, en la plaza Pringles se expondrán los trabajos realizados por los chicos en los talleres.