El British Museum de Londres está evaluando la posibilidad de devolver las esculturas del Partenón de la Acrópolis de Atenas a Grecia, aseguró ayer el diario Independent on Sunday. El nuevo director del museo, Neil MacGregor, quiere recibir a cambio regularmente préstamos de museos griegos, para poder presentar exposiciones temporales.
De esta manera, el British podría cobrar entrada para esas muestras y así pagar la deuda de casi diez millones de dólares que tiene acumulada, ya que por ley el museo no puede cobrar entrada para ver la colección permanente.
Según el diario inglés, MacGregor se reunirá próximamente con el ministro de Cultura griego, Evangelos Venizelos. Las esculturas del Partenón son una de las principales atracciones del British Museum y un elemento constante de discordia entre Gran Bretaña y Grecia.
El gobierno griego comenzó hace algún tiempo una nueva campaña para recuperar las figuras antes de los Juegos Olímpicos de 2004. Las esculturas de mármol fueron llevadas de Atenas a Londres entre 1803 y 1812 por el conde inglés Thomas Elgin y compradas en 1816 por Inglaterra.
Documento de barbarie
El Partenón, construido hace 2.500 años, era el templo de la diosa Atenea, levantado en la cima de una colina llamada la Acrópolis. Dentro de él había una inmensa estatua de la diosa y afuera, en lo alto de sus cuatro paredes había un friso, consistente en una serie de esculturas que daban la vuelta a todo el edificio, las cuales no habían sido agregadas al edificio sino que los escultores las tallaron directamente en la piedra de las paredes.
Cuando Europa se convirtió al cristianismo el templo fue transformado en una iglesia, y cuando los turcos conquistaron Atenas lo convirtieron en una mezquita. A pesar de todo, el edificio sobrevivió por siglos y siglos. Hasta que en 1687 un general italiano llamado Francesco Morosini llegó a Atenas, cuando la guerra con los turcos. Como sabía que utilizaban el edificio como arsenal, lo cañoneó y produjo una explosión que causó terribles daños. Pero como por milagro, el friso sobrevivió.
La historia sigue con la aparición de lord Elgin, un escocés que a principios del siglo XIX fue nombrado embajador ante el Imperio Otomano. En esa época, las relaciones entre Gran Bretaña y Turquía eran muy buenas, y Elgin las aprovechó.
Al parecer, quería conseguir algunas estatuas de la Grecia Antigua para decorar su mansión en Escocia, y cuando llegó a Atenas logró un permiso para llevarse cualquier cosa que encontrara tirada en el piso. Elgin decidió apropiarse de las estatuas del friso del Partenón.
Debido a que el friso era parte del edificio, tuvo que contratar a trabajadores para que cortaran las esculturas a sierra, pico y pala. Esto provocó gravísimos daños al Partenón. Se llevó aproximadamente la mitad del friso y otras esculturas y las envió a Inglaterra Después de varios años y por problemas económicos, decidió vender todo al gobierno británico, que compró las obras para ser exhibidas en el British Museum, donde permanecen desde entonces. (Reuters)