Los rezos y rituales para ahuyentar la lluvia no alcanzaron. Pero por lo menos lograron que no se suspendiera la inauguración de la Fiesta de Colectividades. Es más, el agua hasta exaltó a las miles de personas que se acercaron anoche al Parque Nacional a la Bandera. Víctor Heredia cumplió a pesar de las gotas y el viento, y los fuegos artificiales tampoco faltaron. Eso sí, los que recibieron menos visitantes fueron los 30 stands de las distintas agrupaciones extranjeras, porque el público huyó apenas terminó el show de bienvenida. Igual, para conocer el encuentro hay tiempo hasta el 17 de este mes.
"Tenemos que acostumbrarnos porque la inauguración de la Fiesta de Colectividades es igual a lluvia. Ya es un clásico", dijo resignado el titular del Ente Turístico Rosario, Raúl Garo. Sin embargo, antes de que empezara a caer el agua el funcionario mantenía la fe: "Por supuesto que hicimos rituales para que no llueva, una mujer referente de la feria enterró huevos en el parque", confesó. Los gualichos sirvieron, pero a medias, porque el agua finalmente cayó.
Por eso fue que el show de inauguración duró menos de lo previsto, y por eso también tuvieron que adelantarse los fuegos de artificio. Lo cierto es que nadie se quedó con las ganas: flamearon las banderas de las 50 colectividades participantes, cantó Víctor Heredia, que hasta hizo varios bises, y la gente se fue contenta, aunque un poco mojada. "A comer vendré mañana o pasado", comentó Susana cuando eran cerca de las 22.15 y las gotas empezaban a caer con más fuerza.
Más modesta
Esta vez, la feria es más modesta. Es que la crisis tampoco pasó desapercibida para el XVIII Encuentro de Colectividades. Uno de los síntomas se pudo ver en el stand de Andalucía, donde este año decidieron resignar la elaboración de la paella porque "el pescado de mar está muy caro", según comentaron. Sin embargo, quienes se acercaron a ese stand no soportaron la tentación de probar la especialidad de la casa: el pollo andaluz.
Finalmente los precios subieron, y esto se comprobó en la mayoría de los espacios: en el stand chileno la tradicional empanada vale 2,50 pesos, mientras que el año pasado costaba 2. La pizza también subió, pero un integrante del Centro Laziale explicó: "Todo aumentó, el precio de la harina no es el mismo, el de los descartables y de la luz tampoco. Y tenemos que solventar todo el gasto de la inversión en 10 días".
Se nota la ausencia del stand de Alemania. Es que era uno de los espacios más visitados de la fiesta, y este año decidió no participar porque no lo autorizaron a vender cerveza de origen alemán (envasada en Argentina).
Pero si de hablar de bebidas se trata, la mayoría de los stands tiene la suya. El Centro Navarro ofrece el zurracapote (vino con sabor frutado); Rusia, el vodka importado, y Japón, el sake (bebida a base de arroz que se toma tibia).
Argentina se transformó en la sede de las ferias que funcionan los fines de semana en Pichincha. En los dos galpones que ocupa el stand argentino se mezclan puestos del Mercado Retro, el Ropero en la Calle y la Feria de Artesanos del Bajo (mercado de pulgas), entre otros emprendedores locales. Claro que no faltan las comidas tradicionales como el pollo a las brasas.
Si bien el pronóstico meteorológico no es demasiado alentador, todavía queda un consuelo: faltan nueve días para que termine la fiesta.