Jerusalén. - Sin mayoría en el Parlamento desde la salida de los laboristas de la coalición gubernamental y con la negativa de los ultraderechistas de Unión Nacional a entrar en el gobierno, el primer ministro israelí, Ariel Sharon, anunció la disolución del Congreso y la convocatoria a elecciones anticipadas "en un plazo de 90 días", al parecer el 4 de febrero de 2003. Sharon se reunió a primeras horas de la mañana con el presidente Moshe Katsav para comunicarle su decisión de dimitir. "Unas elecciones en estos momentos no es precisamente lo que necesita la nación", señaló Sharon, quien sin embargo admitió que son inevitables.
El premier reconoció que no ha sido capaz de formar un nuevo gobierno que reemplazara a la coalición que se deshizo la semana pasada tras veinte meses en el poder, después de que los laboristas abandonaran el gabinete por la decisión del jefe de gobierno de asignar, dentro del presupuesto del Estado para 2003, más fondos para a los asentamientos judíos en Cisjordania y la Franja de Gaza.
Poco después de conocerse la convocatoria de los comicios, el ex premier Benjamin Netanyahu anunció su disposición a aceptar el puesto de ministro del Exterior en el gobierno dimisionario de Sharon. "Dado que el primer ministro ha hecho lo correcto y va a celebrar elecciones, y dado que estamos afrontando estos desafíos (en relación con la guerra con Irak) en el marco internacional, acabo de anunciar al primer ministro que estoy dispuesto, con toda la responsabilidad personal y nacional, a asumir el cargo de ministro del Exterior de Israel en este gobierno saliente", dijo Netanyahu. Sharon ya le había ofrecido este puesto a principios de semana, pero Netanyahu le respondió que sólo lo aceptaría bajo la condición de que convocara elecciones anticipadas. Se espera que Netanyahu jurará hoy el cargo.
El momento elegido por Sharon para anunciar las elecciones tomó por sorpresa a la mayoría de los analistas, ya que hasta última hora del lunes sus colaboradores seguían negociando con el partido ultranacionalista Unión Nacional sobre la posibilidad de formar un nuevo gobierno. Sin los laboristas, la coalición de Sharon posee sólo 55 escaños de los 120 que tiene la Knesset. Las elecciones en Israel estaban previstas originalmente para el 28 de octubre de 2003. Una comisión de la Knesset tiene previsto reunirse hoy para fijar oficialmente la fecha de los comicios.
Sin grandes cambios
La decisión de Sharon de convocar a los israelíes a las urnas por tercera vez en cuatro años ha sido bien recibida de manera unánime por los políticos. Veinte meses después de la entrada en funcionamiento del "gobierno de unidad nacional", era inevitable el fin de la coalición numéricamente más fuerte desde hace décadas. Ningún partido, ni siquiera el ultraderechista Unión Nacional, quería ayudar al gobierno religioso-derechista en minoría de Sharon a volver a alcanzar la mayoría en la Knesset.
Pero se considera muy poco probable que las elecciones anticipadas traigan consigo verdaderos cambios en el panorama político de Israel, y tampoco se cree que con ellas se consigan verdaderas mayorías. Todas las encuestas pronostican un refuerzo de la derecha y pérdidas para el Partido Laborista, que se sigue denominando el "partido de la paz".
Sin embargo, nadie espera que una pequeña alianza entre la derecha y los religiosos bajo el mando de Sharon vaya a resolver más fácilmente los problemas de Israel que la gigantesca coalición recientemente destruida, que según todos los observadores no ha alcanzado ninguno de los objetivos que se había impuesto. Tampoco se descarta que se produzca un regreso de la fracasada gran coalición con los laboristas que recibió pésimas calificaciones de parte de todas las fracciones políticas.
La coalición de Sharon ni mejoró la seguridad de los israelíes ni logró contener la dura crisis económica que atraviesa el país. El "gobierno de unidad nacional", que hasta el último momento recibió el apoyo del 70% de la población, evitó en todo momento una salida política al sangriento conflicto en Medio Oriente, afirman sus críticos.
El hecho de que Sharon siga gozando entre los israelíes de una inusual alta popularidad lo atribuyen los expertos en demoscopia a la incapacidad del Partido Laborista de atacar los fallos del premier. El partido de los padres fundadores de Israel se dejó arrastrar a un papel secundario en la coalición tras la destructiva derrota electoral del predecesor de Sharon, Ehud Barak, en febrero de 2001, pese a que numéricamente era la fracción más fuerte.
El que su polémico presidente, Ben Eliezer, haya sacado a su fracción de la coalición debido a la financiación de asentamientos judíos fue más bien el resultado de consideraciones tácticas que una cuestión de principios. Ben Eliezer, a quienes sus críticos le llegaron a acusar de complicidad con Sharon, tendrá que presentarse a su reelección dentro de dos semanas, y sus dos oponentes, Chaim Ramon y Amram Mizna, se sitúan en el "campo de la paz" del partido. (DPA)