Washington. - Miedo al terrorismo, amenaza de guerra, escándalos financieros en serie, aumento de la pobreza y criminalidad: el Estados Unidos que ayer acudió a las urnas cambió mucho en los últimos dos años, y el nerviosismo y pesimismo reemplazaron al optimismo frívolo de finales del gobierno de Bill Clinton. Desde que asumió la presidencia el republicano George W. Bush tras las elecciones de noviembre de 2000, los estadounidenses vivieron consecutivamente los traumas de los atentados del 11 de septiembre, los envíos de cartas con ántrax y el miedo al francotirador asesino de la región de Washington.
EEUU es un país que perdió su sentimiento de invulnerabilidad, y su presidente evoca periódicamente la posibilidad de una guerra contra Irak. El miedo, como herramienta política, se instaló en el día a día.
En el plano económico, tras una recesión transformada en crecimiento débil, el índice de confianza de los consumidores está en el nivel más bajo de los últimos nueve años. Millones de pequeños ahorristas vieron cómo sus fondos de retiro disminuían en la Bolsa, mientras que los excedentes presupuestales, orgullo de la administración Clinton, se transformaban en déficit. La pobreza aumentó en 2001 por primera vez en cuatro años, y la tasa de criminalidad también registró su primer aumento, tras una baja continua de 10 años.
"La gente está muy ansiosa", comentó la especialista en opinión pública estadounidense del centro de estudios conservador American Enterprise, de Washington, Karlyn Bowman. "Está muy inquieta en cuanto a su seguridad financiera, su seguridad propiamente dicha. Mientras se le dice que es probable que ocurran nuevos actos terroristas, se inquietan de las repercusiones de una eventual guerra contra Irak", indicó la experta en elecciones y relaciones internacionales de la Universidad de Kansas, Diana Carlin.
Pesimismo de los inversores
Todas las encuestas de opinión recientes concuerdan: el optimismo de los inversores está en su nivel más bajo de los últimos seis años. En febrero de 2001 el 80% de los estadounidenses consideraba que la economía era buena, mientras que actualmente sólo son el 41%.
Los republicanos esperan que el excelente nivel de popularidad de su presidente (60% de opiniones favorables, según encuestas) se refleje en las urnas, dándoles el control de ambas cámaras del Congreso, lo que no ocurre desde los años de la presidencia de Dwight Eisenhower, en 1953 y 1954. Mientras, los demócratas -que esperan mantener el control del Senado y sueñan tomar el de la Cámara de Representantes- esperan capitalizar la situación de economía tambaleante, escándalos financieros como los de Enron y WorldCom, y preocupaciones cotidianas de los electores como educación, salud y jubilación.
Sin embargo, a pesar de una campaña en la que los candidatos gastaron millones de dólares, en particular en agredirse mutuamente a través de publicidades televisivas, los electores estuvieron motivados por ir a votar, en un país en que la participación electoral es tradicionalmente baja. "El tono político no cambió, continúan siendo las técnicas electorales de 2000, en un mundo muy diferente", subrayó Carlin.
"Pocas cosas han cambiado en política", confirmó Bowman. "El país continúa dividido entre demócratas y republicanos, y debería continuar así", agregó. La lucha contra el terrorismo, la amenaza de guerra contra Irak, las dificultades económicas le parecen a Bowman de poco peso en las elecciones. "Se resumirán en la confianza que el elector tenga en un candidato para entender sus necesidades y las de su familia. Y poco importa su posición en tal o cual tema", aseguró. (AFP)