Año CXXXV
 Nº 49.654
Rosario,
miércoles  06 de
noviembre de 2002
Min 14º
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cartas
Aún queda la esperanza

En un tiempo plagado de incertidumbres afirmar que tengo esperanzas para algunos puede significar una irrealidad. Pero no se confundan. Tengo esperanzas en la gente común, en la que todos los días hace su humilde aporte desde su lugar de trabajo. Sin estridencias, sin despotricar contra los otros, y convencidos de que si sumamos los granitos de arena, entre todos, cambiaremos la desilusión y el desencanto por la alegría de la esperanza. Si bien ya estaba convencida de esta afirmación, lo que observé en el Instituto Municipal de Salud Animal (Imusa) me lo terminó de ratificar. Allí llevé para que esterilizaran a mi querida perra Vieji. La atención del personal no sólo es cordial, sino también excelente. Los numerosos rosarinos que concurren diariamente con sus mascotas para cirugías o consultas lo pueden confirmar. Pero no sólo eso. Los veterinarios de la institución salvan diariamente las vidas de los perritos allí alojados (algunos llegan en estado calamitoso a raíz de los malos tratos infligidos por los humanos o por el abandono). Pude ver también correr alegre a la perrita con el carrito que menciona la nota de La Capital; a otro animal saltando dichoso a pesar de que le falta una pata, y a otro ciego de un ojo quién sabe por qué circunstancia seguramente injusta. Por supuesto que estarían mejor si alguien se los llevara a su casa y les brindara afecto. Un consejo final: si alguna vez se siente desanimado porque no ve la salida, dese una vuelta por el Imusa y si puede, rescate a otro ser vivo de la indiferencia.
DNI 11.672.453


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