| | cartas Banderita de papel
| Cuando un chico agita en sus manos la banderita de papel entregada en la escuela, es que inicia el camino del encuentro con su identidad. Tomar conciencia de este acto, sería, en gran medida, parte de la solución de los problemas que nos tienen a mal traer a los argentinos. Pero la vida, en su devenir, va despojando al individuo sistemáticamente de lo que debiera serle de más orgullo. Decir azul y blanco parecería un juego de palabras. Pensar en azul y blanco es tener fidelidad al terruño. Usar el abecedario con autenticidad, con prolijidad es tender un puente hacia la nacionalidad. ¡Sí, juro! no es suficiente gritarlo. Se debe ejercer el juramento en silencios de respeto, educación, trabajo y amor al suelo que pisamos. Cuando la herrumbre corroe debemos extirparla. Lo mismo ocurre con la corrupción. Para combatirla no dudemos hacer flamear la banderita de papel. No es corrupto solamente quien roba, sino también quien atropella los derechos constitucionales y despoja bienes. "Fuente de toda razón y justicia", linda frase, lástima que esté encerrada en el corralito. Fuimos despojados de la banderita de papel. Sabemos, con claridad, quiénes son los ladrones. Se mimetizan al cantar el Himno Nacional. Se agazapan cuando los persigue "la Justicia". Recuperemos la banderita de papel que, en apariencia de puente colgante frágil, es más sólido que todo el andamiaje armado por la politiquería de turno. ¡Banderita de papel!.. Cuánto te añoramos. Roberto Lovrincevich
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