Año 49.651
 Nº CXXXV
Rosario,
domingo  03 de
noviembre de 2002
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Editorial
Que la política ayude

Después de mucho tiempo, y tras una larga sucesión de acontecimientos penosos, la Argentina comienza a vislumbrar una luz de esperanza. Durante la semana que transcurrió varias noticias dieron pistas de que algo está empezando a cambiar -para bien- en el país. La confirmación del crecimiento de la demanda laboral (sobre todo en zonas puntuales como Rosario y Mendoza), la contención del peligro inflacionario, el descenso del valor del dólar y los lentos avances en la negociación con el Fondo Monetario Internacional, que parecen destinados a coronarse con el deseado acuerdo, son indicios positivos de un futuro que promete ser mejor. El principal factor de incertidumbre en este momento está dado, lamentablemente, por la política. Los avatares de la interna del justicialismo, sobre todo, no contribuyen a generar la estabilidad necesaria para que la economía de una vez por todas despegue y la gente pueda comenzar a respirar más tranquila.
Cuando se echa una mirada sobre el escenario político, muy difícilmente se encuentren rastros de una condición de la que supieron dar ejemplo los mejores hombres del pasado: grandeza. La lucha -áspera e implacable, más allá de apariencias que carecen de credibilidad- parece concentrarse de manera exclusiva sobre intereses y ambiciones particulares o sectoriales, y eludir las coordenadas del bien común. En ese aspecto, la dura lección que impartieron los cacerolazos, plasmada en la peligrosa pero explícita consigna "que se vayan todos", no da muestras de haber sido aprendida. Los dirigentes aún no se han puesto a la altura de las contundentes demandas de la sociedad. Y son pocos, muy pocos, aquellos que se atreven a dar la voz de alerta.
No son estas horas que admitan la continuidad de los errores. La salud del principal logro de las últimas dos décadas en la Argentina, la consolidación de las instituciones democráticas, se relaciona de modo ineludible con la eficiencia de las gestiones futuras. Es el momento de deponer egoísmos y buscar acuerdos sobre la base de la racionalidad y el equilibrio. Se trata, en síntesis, de que la política, esta vez, ayude. Y no a sí misma, sino al conjunto de los argentinos.


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