Año 49.651
 Nº CXXXV
Rosario,
domingo  03 de
noviembre de 2002
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Reflexiones
Las esposas de hierro en el peronismo

Orlando Vignatti

El dicho popular que dice que detrás de un gran hombre hay una gran mujer sirvió en muchos casos no más que para halagar la figura femenina de algunos célebres hombres que dio la humanidad. No siempre en realidad detrás de un gran hombre hay una gran mujer, como tampoco siempre acompañando a una dama de grandes aptitudes hay un gran hombre.
En la historia de nuestros días, en este país (y al menos en una buena parte de su dirigencia) no abundan ni los grandes hombres ni las grandes mujeres que alienten a aquellos a grandes empresas. Antes bien, podría decirse que un reducido puñado de esposas peronistas, dominantes, en una suerte de histerismo o resentimiento político parecen impulsar a los dirigentes a la venganza y a terminar con el enemigo político cueste lo que cueste, aunque en ello vaya la vida también de todos los argentinos.
Parece ser, además, que en este último tiempo político han aparecido los dirigentes "femidependientes" que escuchan más de lo debido consejos de sus esposas, que no siempre parecen ser atinados ni ayudan a la pacificación que el país necesita urgentemente. Esposas que surgen con un perfil dominante, como una suerte de "mujer de hierro", pero a la criolla, y que ostentan un poder rayano con lo absoluto.
La figura de Inés Pertiné, la esposa del ex presidente Fernando de la Rúa, no puede verse sino como una figura que flaco favor le hizo al ex mandatario influenciado además por el dilecto hijo de la primera dama, Antonito, quien junto con sus amigos tomó gran parte del poder gubernamental con los resultados por todos conocidos.
Con circunstancias atenuadas, la historia se repite en la dirigencia argentina, porque algunas instituciones de este país convulsionado, afligido y doblegado parecen estar nuevamente en manos de este tipo de mujeres, figuras dominantes que no siempre influyen positivamente sobre las decisiones de los conductores.
A nadie escapa que la actual primera dama y dirigente política del peronismo bonaerense, Hilda Chiche Duhalde, ejerce una extraordinaria influencia sobre el presidente de la Nación, Eduardo Duhalde, y desde luego sobre todo el equipo gobernante y gran parte de la estructura peronista bonaerense.
Es público ya que en la Gobernación de Córdoba los funcionarios nada hacen sin el consentimiento de la señora Olga Riutort, esposa del gobernador y candidato a presidente José Manuel de la Sota. Cristina Kirchner no sólo llegó a ser senadora de la Nación por ser la esposa del gobernador y también presidenciable Néstor Kirchner, sino por su hegemonía dentro de la estructura política santacruceña.
Si se advierte bien, de lo que se habla es de que cuatro o cinco mujeres en el gobierno y en las filas peronistas están manejando, de una u otra forma, los destinos del país y del partido gobernante ¿Lo están haciendo bien?
Que la interna peronista está manchada con absurdos enfrentamientos que postran el presente y el futuro de la Nación y del propio partido gobernante no es novedad, y que estas mujeres de hierro poco hacen para poner cese a este bochorno es fácilmente observable. Se admite a esta altura de los acontecimientos que alguien se pregunte: ¿querrán en verdad hacer algo o estarán contaminadas ellas también por el resentimiento?
No es extraño en este contexto que aquellos que no están influenciados por histerismos femeninos, como el gobernador Carlos Reutemann, hayan preferido salir de esta guerra sucia y preservar la imagen y el prestigio para cuando las cosas sean más prolijas.
Acaso no sea un capricho de los ciudadanos que Rodríguez Saá lidere las encuestas y acaso en alguna medida (sólo en alguna medida) ello sea porque está libre de faldas políticas que le soplen malos consejos o que contaminen su psiquis con odio político o despechos vagos y absurdos, que poco ayudan en estos momentos difíciles de la Nación.
Fueron patentes para algunos congresales nacionales del justicialismo las miradas llenas de "bajadas de línea" que hacían a la dirigencia algunas de las esposas de hierro peronistas. ¿Fueron consejos u órdenes adecuadas al momento que se vive?
El párrafo último de esta nota, y para hacer estricta justicia, permitirá el lector que sea dedicado sinceramente a esas talentosas y esforzadas mujeres argentinas, verdaderas damas de hierro que con dolor, pero con estoicismo, aún soportan tanto desatino e histerismo en el poder.



(Ilustración: Gabriel Ippóliti)
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