Pese a las encuestas que indican que el 80 por ciento de la población aprueba la prescripción de remedios por nombre genérico, en Rosario sólo el 10 por ciento de los pacientes recibió recetas médicas con este sistema desde que se aprobó la ley. Así lo indica un seguimiento de este diario por 10 farmacias con mayor volumen de venta; algunas de ellas llevan confeccionadas estadísticas precisas donde el porcentaje marca ocho. Graciela Pensa, titular del Colegio Farmacéutico, enumeró varias razones. Primero, que no todas las obras sociales aceptan el sistema de genéricos por contar con un vademécum propio y acuerdos con la industria farmacéutica. Y segundo que a numerosos médicos, en especial los más antiguos, les cuesta -quizá por una razón de costumbre- recetar por el nombre de la monodroga. Hay un tercer elemento, fundamental, de mucho peso: el Pami (la obra social de los jubilados) mantuvo la orden a los médicos de recetar por el nombre del medicamento. Eso, al parecer, por los contratos con la industria farmacéutica y las droguerías que le sostienen parte del crédito y le imponen condiciones. Existen distintas opiniones acerca de la baja de precios de algunos medicamentos. Para Pensa "fue precisamente la ley de genéricos lo que lo hizo posible". Otros en cambio, como Antonio Iborra, de Farmacia Lingua, el descenso se produjo a raíz de que en los primeros meses del año los laboratorios exageraron el aumento creyendo en un dólar futuro a cuatro, cinco o seis pesos; como luego la moneda verde se mantuvo en orden a los 3,50 pesos la industria retrotrajo los precios. Hay ejemplos paradigmáticos como el Lipitor, un medicamento para el colesterol del laboratorio internacional Park Davis: en marzo costaba 80,70 pesos (30 comprimidos de 10 miligramos) y hoy sale 48,60, casi el 45 por ciento menos.
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