Una de las principales dificultades con que se enfrentan los pacientes con hipertensión es la de eliminar la sal de las comidas y recurrir a productos modificados que no siempre logran satisfacer el paladar. En Mendoza, un grupo de bioquímicos argentinos desarrolló la primera sal sin sodio del mercado latinoamericano. La nueva sal ya fue avalada por la Fundación Cardiológica Argentina y demostró reducir los niveles de presión arterial en pacientes con hipertensión grado I o leve.
El producto fue evaluado en un estudio clínico conjunto entre la Fundación Favaloro y el Hospital Churruca, que incluyó a 30 pacientes hipertensos grado I (o leve) tratados con régimen higiénico-dietético o que hubieran tomado medicación anti-hipertensiva hasta un mes antes del ingreso (período de "lavado" mayor a 30 días).
A todos los pacientes se los sometió a una dieta hiposódica (reducida en sal) durante 30 días, confeccionada por un nutricionista con el cálculo individual de las calorías, para que durante la duración del estudio el paciente no tuviera cambios en el peso, ya que la reducción de la masa corporal se asocia a la disminución de la presión arterial.
En forma de doble ciego se entregó a cada paciente por períodos de 10 días y en forma consecutiva un salero para condimentar la dieta establecida. Los frascos contenían 3 tipos de sal: sal de mesa (cloruro de sodio), sal con bajo contenido en sodio (cloruro de sodio 33 por ciento), y la nueva sal (sin cloruro de sodio). A cada paciente, se le controló la presión al inicio del estudio y al finalizar cada período de prueba.
Los resultados obtenidos revelaron que los grupos que acompañaron su dieta hiposódica con la sal sin sodio redujeron significativamente su presión sistólica o "máxima" (10.3 mmHg) y la presión diastólica o "mínima" (4.7 mmHg.), en comparación con el grupo que consumió sal común de mesa. El 30 por ciento de los pacientes que consumió el nuevo producto logró normalizar su presión arterial independientemente de los cambios en el peso (no se registraron cambios en la masa corporal).
Por su parte, la utilización de la sal con bajo contenido de sodio (33 por ciento de sodio) no produjo cambios significativos de la presión arterial.
Evidencia internacional
Durante el último encuentro mundial de expertos en hipertensión realizado en Estados Unidos, se repasó evidencia científica disponible que vincula la relación entre la sal y la hipertensión. La conclusión fue terminante: los estudios epidemiológicos realizados en los últimos 50 años, demostraron una relación lineal entre el aumento de la presión arterial y el desarrollo de enfermedad coronaria, insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal y accidente cerebrovascular.
Esta relación comienza con niveles de presión arterial por debajo de 12.0/8.0 mmHg, de este modo un considerable número de eventos cardiovasculares ocurren en personas con una presión considerada "normal". Para estos pacientes, el tratamiento indicado es "no farmacológico" y está basado en cuatro pilares fundamentales: una alimentación hiposódica, la realización de actividad física, tener un peso saludable y no fumar.
Según los especialistas, este tratamiento debe ser considerado en todos los pacientes hipertensos, independientemente de su severidad, ya que está demostrado que no solamente reduce la presión arterial, sino que ayuda a disminuir el número de fármacos necesarios para controlar la hipertensión.
Evidencia científica reciente vincula el consumo de sodio con el daño endotelial (en las paredes arteriales). Las investigaciones apuntan a la relación entre la sal y el "óxido nítrico", una sustancia natural que protege la elasticidad y función de los vasos sanguíneos, además de estimular el cerebro, matar bacterias y otras funciones. El sodio disminuye los niveles de óxido nítrico, y por ende, un consumo excesivo aumenta el riesgo de daño vascular, cerebral, cardíaco y renal.